Los Jóvenes y el futuro del Estado constitucional

Por José Ramón González Chávez

El articulo 39 de la Constitucion Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) establece tres postulados: 1) que la Soberanía radica en el pueblo; 2) que todo poder público dimana del pueblo y se instituye para su beneficio; y 3) que el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar y modificar la forma de su gobierno.

Esta triple declaración exige un necesario desglose, porque expresa conceptos que a la vista se sobre entienden pero ya viéndolos con detenimiento resulta que no es así. Me explico:

En el primer postulado “la Soberanía nacional radica en el pueblo” el concepto Soberanía se erige en el tema central de la organización jurídica, política y social de un Estado, en este caso el nuestro; pero, ¿qué significa? ¿cómo se expresa y ejerce?

Soberanía resulta de la traducción e interpretación del término latino “Super Omnia” que no es otra cosa que aquel poder que está por encima de todos los demás, independientemente de su naturaleza, lo que en términos jurídico políticos implica el reconocimiento de un “poder de poderes”, previo y por lo tanto originario respecto de los demás poderes públicos. Ahora bien, la soberanía en México es nacional, lo que implica aspectos de muy diversas naturaleza: sociales, culturales, políticos, históricos, éticos, entre otros, lo que va más allá de lo meramente jurídico y expresa con gran claridad la esencia del término Constitucion, como la forma de ser de una nación, única y exclusiva respecto de cualquier otra.

Bajo esta premisa, esta Soberanía nacional, radica en el pueblo, concepto que independientemente de su uso y abuso político en todas las épocas pero más en la actual, es perfectamente definible en términos jurídicos como aquella fracción de la población que goza de prerrogativas políticas, es decir, de la ciudadanía, y esta se refleja con toda claridad en el padrón electoral. Así pues, si bien según el INEGI somos 128,4 millones de mexicanos, 94.6 millones son ciudadanos, es decir, más del 73%,casi tres cuartas partes de la población.

Pues bien, de ese padrón que es realmente el pueblo de México en términos constitucionales, casi la tercera parte de los ciudadanos son jóvenes de 18 a 35 años.

Esto es muy importante porque este sector de la ciudadanía es capaz de definir con amplio margen una elección de cualquier tipo, pero en el contexto de un proceso donde se elegirá a una presidente de la república, 500 diputados federales, 128 senadores, nueve gobernadores, casi todos los congresos locales, 1787 presidencias municipales, 1,973 sindicaturas, 14,160 regidurías, entre otros funcionarios que suman prácticamente 20 mil puestos de elección popular, el peso del voto joven es algo muy delicado.

Pero la conciencia política entre este sector de la ciudadanía es muy débil: a eso hay que sumarle que más de la mitad de los jóvenes no tienen ninguna intención de votar y que la mitad de estos jóvenes votarán por primera vez. La conciencia política de la ciudadanía joven es débil por no decir pobre y esto implica un alto riesgo para el futuro del Estado Constitucional.

Asombra el hecho de que ni los partidos ni las y los candidatos disfrazados de “pre candidatos” en todos los cargos de elección popular no hablan absolutamente nada de ese sector y de la responsabilidad que tienen en la delicada y permanente labor de mantener el Estado constitucional.

Una mala decisión o una tomada a la ligera puede traer consecuencias gravísimas para el futuro del país, para su sustentabilidad política y social. Todos los partidos debería tener una estrategia para concientizar a la ciudadanía joven sobre el peso que cargan a sus espaldas y en ese contexto, los candidatos a puestos de elección popular deberían consideran dentro de sus campañas hablar de esa alta responsabilidad de los jóvenes para emitir con seriedad su voto, pensando en el futuro de ellos, de sus hijos y de su país.