Las Fuentes del Poder en la Sociedad. Wright Mills

Lectura de un texto siempre fresco, pero muy oportuno en estos tiempos que nos ha tocado vivir. Que lo aprovechen.

Saludos

José Ramón González Chávez

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LAS FUENTES DEL PODER EN LA SOCIEDAD

Charles Wright Mills

Medio personal y estructura social

Necesito aclarar una distinción simple y muy descuidada que, para mí es una de las más importantes de que disponemos en los estudios sociológicos. Es la distinción entre medio personal y estructura social.

Podemos pensar en ello de esta manera: Cuando un puñado de hombres no tienen empleo, y no lo buscan, indagarnos las causas en su situación inmediata y su carácter. Pero cuando doce millones de hombres están sin empleo, entonces no podemos creer que todos se volvieron «holgazanes» súbitamente o resultaron «inútiles». Los economistas llaman a esto «desempleo estructural», -queriendo decir, por lo pronto, que los hombres en cuestión no pueden controlar ellos mismos sus oportunidades de empleo. El desempleo estructural no se origina en una fábrica o en una población, ni se debe a que una fábrica o una población hagan o no hagan algo. Por otra parte, es poco o nada lo que el hombre de una fábrica en una población pueda hacer para resolver el fenómeno cuando éste invade su medio personal.

Pero, ¿acaso no están en algún lugar las causas de los grandes cambios históricos? Y ¿acaso no podemos encontrarlas?

Sin duda que si están, y que también podemos hallarlas. Simplemente para ponerlas un nombre, las llamaremos cambios estructurales, y las definimos advirtiendo en nuestra definición que son cambios que trascienden los ambientes de la mayor parte de los hombres. Trascienden estos ambientes personales no sólo porque afectan a una gran diversidad de ambientes, sino porque, por su naturaleza misma, los principios estructurales del cambio tienen que ver con las consecuencias no intentadas, y por ello inesperadas, de lo que los hombres, asentados en diversos ambientes y limitados por ellos, pueden estar tratando de hacer o de evitar.

Pero no todos los hombres son corrientes u ordinarios en este sentido. Como los medios de información y poder están centralizados, algunos individuos llegan a ocupar posiciones en la sociedad norteamericana desde las cuales pueden mirar por encima del hombro, digámoslo así, a los demás, y con sus decisiones pueden afectar poderosamente los mundos cotidianos de los hombres y las mujeres corrientes.

Éste es el sentido general más importante que quiero dar término «elite». Ésta es la posición de la «elite». La «elite» está formada por los que tienen el mando en la instituciones directivas, y cuyas posiciones de mando los colocan de tal manera en su estructura social que trascienden, en grado mayor o menor, los ambientes ordinarios de los hombres y las mujeres ordinarios.

Desarrollo de los medios de poder

Aun el estudio más superficial de la historia de la sociedad occidental nos enseña que el poder de las personalidades decisivas está limitado ante todo por el nivel de la técnica, por los medios de fuerza, violencia y organización que prevalecen en una sociedad determinada. En este respecto, nos enseña también que hay una línea recta ascendente a lo largo de la historia de Occidente, y que los medios de opresión y explotación, de violencia y destrucción, así como los medios de producción y reconstrucción, han sido progresivamente ampliados y centralizados.

Como los medios institucionales de poder y los medios de comunicación que los unen se han ido haciendo cada vez más eficaces, los que ahora tienen el mando de ellos poseen instrumentos de dominio que nunca han sido superados en la historia de la humanidad. Y todavía no hemos llegado al punto máximo de su desarrollo. Ya no podemos descansar ni apoyarnos cómodamente en los altibajos históricos de los grupos gobernantes de las épocas pasadas. En ese sentido tiene razón Hegel: la historia nos enseña que no podemos aprender de ella.

Para cada época y para cada estructura social, tenemos que plantearnos y resolver el problema del poder de la elite.

Los fines de los hombres muchas veces son meras esperanzas, pero los medios son realidades controladas por algunos hombres. Ésta es la razón de que los medios de poder tiendan a convertirse en fines para una minoría que tiene el mando de ellos. Y también por eso podemos definir la minoría del poder en relación con los medios de poder diciendo que está formada por quienes ocupan los puestos de mando. Los principales problemas acerca de la minoría norteamericana actual -su composición, su unidad, su poder- tienen que plantearse ahora prestando la debida atención a los asombrosos medios de poder de que dispone. César pudo hacer con Roma menos que Napoleón con Francia; Napoleón menos con Francia que Lenin con Rusia, y Lenin menos con Rusia que Hitler con Alemania. Pero, ¿qué fue el poder de César en su cima comparado con el poder del cambiante círculo interior de la Rusia soviética o el de los gobiernos temporales de los Estados Unidos? Los hombres de uno y otro círculo pueden hacer que sean arrasadas grandes ciudades en una sola noche y que en unas semanas se conviertan en páramos termonucleares continentes enteros. El que los instrumentos del poder se hayan ampliado enormemente y se hayan centralizado decisivamente, significa que las decisiones de pequeños grupos tienen ahora mayores consecuencias.

En la sociedad norteamericana, el máximo poder nacional reside ahora en los dominios económico, político y militar… Dentro de cada uno de los tres grandes, la unidad institucional típica se ha ampliado, se ha hecho administrativa y, en cuanto al poder de sus decisiones, se ha centralizado, Detrás de estos acontecimientos está una tecnología fabulosa, porque, en cuanto instituciones, se han asimilado esa tecnología y la guían, aunque ella a su vez informa y marca el ritmo a su desenvolvimiento.

La economía -en otro tiempo una gran dispersión de pequeñas unidades productoras en equilibrio autónomo- ha llegado a estar dominada por dos o trescientas compañías gigantescas, relacionadas entre sí administrativa y políticamente las cuales tienen conjuntamente las claves de las resoluciones económicas.

El orden político, en otro tiempo una serie descentralizada de varias docenas de Estados con una médula espinal débil, se ha convertido en una institución ejecutiva centralizada que ha tomado para sí muchos poderes previamente dispersos y ahora se mete por todas y cada una de las grietas de la estructura social.

El orden militar, en otro tiempo una institución débil, encuadrada en un contexto de recelos alimentados por las milicias de los Estados, se ha convertido en la mayor y más costosa de las características del gobierno, y, aunque bien instruida en fingir sonrisas en sus relaciones públicas, posee ahora toda la severa y áspera eficacia de un confiado dominio burocrático.

En cada una de esas zonas institucionales, han aumentado enormemente los medios de poder a disposición de los individuos que toman las decisiones; sus poderes ejecutivos centrales han sido reforzados, y en cada una de ellas se han elaborado y apretado modernas rutinas administrativas.

Al ampliarse y centralizarse cada uno de esos dominios, se han hecho mayores las consecuencias de sus actividades y aumenta su tráfico con los otros. Las decisiones de un puñado de empresas influyen en los acontecimientos militares, políticos y económicos en todo el mundo. Las decisiones de la institución militar descansan sobre la vida política así como sobre el nivel mismo de la vida económica, y los afectan lastimosamente. Las decisiones que se toman en el dominio político determinan las actividades económicas y los programas militares. Ya no hay, de una parte, una economía, y de otra parte, un orden político que contenga una institución militar sin importancia para la política y para los negocios. Hay una economía politice vinculada de mil maneras con las instituciones y las decisiones militares. A cada lado de las fronteras que corren a través de la Europa central y de Asia hay una trabazón cada vez mayor de estructuras económicas, militares y políticas. Si hay intervención gubernamental en la economía organizada en grandes empresas, también hay intervención de esas empresas en los procedimientos gubernamentales. En el sentido estructural, este triángulo de poder es la fuente del directorio entrelazado que tanta importancia tiene para la estructura histórica del presente.

El hecho de esa trabazón se pone claramente de manifiesto en cada uno de los puntos criticas de la moderna sociedad capitalista: desplome de precios y valores, guerra, prosperidad repentina. En todos ellos, los hombres llamados a decidir se dan cuenta de la interdependencia de los grandes órdenes institucionales. En el siglo XIX, en que era menor la escala de todas las instituciones, su integración liberal se consiguió en la economía automática por el juego autónomo de las fuerzas del mercado, y en el dominio político automático por la contratación y el voto. Se suponía entonces que un nuevo equilibrio saldría a su debido tiempo del desequilibrio y el rozamiento que seguía a las decisiones limitadas entonces posibles. Ya no puede suponerse eso, y no lo suponen los hombres situados en la cúspide de cada una de las tres jerarquías predominantes.

Porque dado el alcance de sus consecuencias, las decisiones -y las indecisiones- adoptadas en cualquiera de ellas se ramifican en las otras, y en consecuencia las decisiones de las alturas tienden ya a coordinarse o ya a producir la indecisión de los mandos. No siempre ha sido así. Cuando formaban el sector económico innumerables pequeños empresarios, por ejemplo, podían fracasar muchos de ellos, y las consecuencias no pasaban de ser locales; las autoridades políticas y militares no intervenían. Pero ahora, dadas las expectativas políticas y los compromisos militares, ¿pueden permitir que unidades claves de la economía privada caigan en quiebra? En consecuencia, intervienen cada vez más en los asuntos económicos y, al hacerlo, las decisiones que controlan cada uno de los órdenes son inspeccionadas por agentes de los otros dos, y se traban entre si las estructuras económicas, militares y políticas.

En el pináculo de cada uno de los tres dominios ampliados y centralizados se han formado esos circulas superiores que constituyen las elites económica, política y militar. En la cumbre de la economía, entre los ricos corporativos, es decir, entre los grandes accionistas de las grandes compañías anónimas, están los altos jefes ejecutivos; en la cumbre del orden político los individuos del directorio político; y en la cumbre de la institución militar, la elite de estadistas -soldados agrupados en Estado Mayor Unificado y en el escalón mas alto del ejército-. Como cada uno de esos dominios ha coincidido con los otros, como las decisiones tienden a hacerse totales en sus consecuencias, los principales individuos de cada uno de los tres dominios de poder -los señores de la guerra, los altos jefes de las empresas, el directorio político- tienden a unirse, a formar la minoría del poder de los Estados Unidos.

Formación de «elite» del poder

Si el poder para decidir cuestiones nacionales como las que se deciden fuera compartido de un modo absolutamente igual, no habría minoría poderosa; en realidad, no habría gradación del poder, sino sólo una homogeneidad radical. En el extremo opuesto, si el poder de decidir dichas cuestiones fuera absolutamente monopolizado por un pequeño grupo, tampoco habría gradación del poder: sencillamente, tendría mando ese pequeño grupo, y por debajo de él estarían las masas indiferenciadas, dominadas. La sociedad norteamericana actual no representa ninguno de esos extremos, mas no por eso es menos útil tener idea de ellos: esto nos ayudará a comprender más claramente el problema de la estructura del poder en los Estados Unidos, y, dentro de ella, la posición de minoría del poder.

Decir que en la sociedad moderna hay gradaciones manifiestas de poder y de oportunidades para decidir, no es decir que los poderosos estén unidos, que sepan plenamente lo que hacen o que participen conscientemente en una conspiración. Estas cuestiones se ven más claramente si, como primera providencia, nos interesamos más por la posición estructural de los altos y poderosos, y por las consecuencias de sus decisiones, que por el grado en que sean conscientes de su papel o por la pureza de sus móviles.

La formación de la «elite» del poder, tal como ahora la conocemos, tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial y con posterioridad a ella. En el proceso de organizar a la nación para ese conflicto, y con la consecuente estabilización de la postura guerrera, se seleccionaron y formaron ciertos tipos de hombres y, en el transcurso de estos desarrollos institucionales y psicológicos, han surgido entre ellos nuevas oportunidades e intenciones.

Como el ritmo de la vida norteamericana en general, las tendencias a largo plazo de la estructura del poder han sido grandemente aceleradas desde la Segunda Guerra Mundial, y ciertas tendencias más recientes en las instituciones dominantes, han contribuido también a dar forma a la elite del poder y un significado históricamente específico a su quinto periodo:

I. En la medida en que la clave estructural de la elite del poder reside hoy en el sector político, dicha clave es la decadencia de la política como debate auténtico y público de soluciones -con partidos nacionalmente responsables y de coherencia política, y organizaciones autónomas que relacionan los niveles inferiores y medios del poder con los niveles más elevados-. Los Estados Unidos son ahora, en gran parte, más una democracia política formal que una estructura social democrática e, incluso, el mecanismo político formal es débil.

La vieja tendencia de que el gobierno y los negocios se entretejan intrincada y profundamente cada vez, ha llegado en la quinta época a su más clara evolución. Ambos elementos no pueden verse ya como dos mundos distintos. Y el acercamiento ha sido más decisivo en los organismos ejecutivos del Estado. El desarrollo del poder ejecutivo del gobierno con sus organismos vigilantes de la compleja economía, no significa sólo la «ampliación del gobierno» como una especie de burocracia autónoma: significa el ascenso del hombre corporativo como eminencia política. Durante el Nuevo Trato (New Deal), los caudillos corporativos entraron en el directorio político; desde la Segunda Guerra Mundial lo han dominado. Unidos desde hace tiempo con el gobierno, ahora dirigen abiertamente la economía de los esfuerzos bélicos y de la posguerra. Este desplazamiento de los dirigentes corporativos hacia el directorio político ha acelerado el arrinconamiento de los políticos profesionales del Congreso en los niveles medios del poder.

II. En la medida en que la clave de la elite poderosa se encuentra hoy en el Estado amplio y militar, dicha clave se evidencia en el ascendiente ejercido por los militares. Los señores de la guerra han logrado una importancia política decisiva y la estructura militar de los Estados Unidos es ahora, en gran parte, una estructura política. La amenaza bélica, al parecer permanente, pone en gran demanda a los militares y su dominio de hombres, material, dinero y poder; virtualmente, todos los actos políticos y económicos se juzgan ahora de acuerdo con definiciones militares; los militares de más categoría ocupan una posición firme en la elite poderosa de la quinta época.

Esto se debe en parte a un simple hecho histórico, trascendental desde 1939: el centro de atención de la elite se ha desplazado de los problemas internos, concentrándose alrededor del 30 en la quiebra, hacia los problemas internacionales, concentrados del 40 al 50 en torno a la guerra. Puesto que el mecanismo del gobierno en los Estados Unidos ha sido adaptado y utilizado por larga tradición histórica para la oposición y el equilibrio domésticos, no tenía, desde ningún punto de vista, organismos y tradiciones aptos para el manejo de los problemas internacionales. El mecanismo democrático formal surgido en el siglo y medio de desarrollo nacional anterior a 1941, no se había extendido al manejo de los asuntos internacionales. La elite del poder creció, parcialmente, en este vacío.

III. Era el grado en que la clave estructural de la elite del poder reside hoy en el sector económico, dicha clave consiste en el hecho de que la economía es a la vez una economía de guerra permanente y una economía corporativa privada. El capitalismo norteamericano es ahora, en gran medida, un capitalismo militar y la relación más importante entre la gran corporación y el Estado se funda en la coincidencia de intereses de las necesidades militares y corporativas, tal como las definen los señores de la guerra y los señores de las corporaciones. Dentro de la minoría en conjunto, dicha coincidencia de intereses de los altos militares y los jefes corporativos, fortalece a ambos y además supedita el papel de los hombres meramente políticos. No son los políticos, sino los jefes de las empresas quienes consultan con los militares y proyectan la organización de los esfuerzos bélicos.

La inquieta coincidencia de los tres poderes

La forma y el significado de elite del poder de hoy sólo puede entenderse cuando estas tres series de tendencias estructurales se contemplan en el punto en que coinciden. El capitalismo militar de las corporaciones privadas existe en un sistema democrático debilitado y formal que encierra un sector militar ya muy político por sus puntos de vista v su conducta. Por lo tanto, en la cima de esta estructura, la elite del poder ha sido formada por la coincidencia de intereses entre los que dominan los principales medios de producción y los que controlan los instrumentos de violencia recientemente incrementados; por la decadencia del político profesional y el ascenso al mando político de los dirigentes corporativos y los militares profesionales por la falta de un auténtico servicio civil adiestrado e íntegro, independiente de los intereses creados.

La elite poderosa se compone de hombres políticos, económicos y militares, pero esta elite establecida no se halla exenta de cierta tensión: sólo se une en determinados puntos coincidentes y en ciertas «crisis». Durante la larga paz del siglo XIX, los militares no formaban parte de los altos consejos del Estado, ni del directorio político, como tampoco eran hombres del mundo económico; hacían incursiones en el Estado, pero no se incorporaban a su directorio. Hacia el 30 dominaba el hombre político. Ahora el militar y el empresario ocupan los primeros puestos.

De los tres círculos que integran la elite del poder de hoy, el militar es el que más ha aprovechado su aumento de poder aunque los círculos corporativos se han atrincherado asimismo de un modo más abierto en los círculos donde se elaboran las decisiones públicas. El político profesional es quien más ha perdido, tanto que al examinar los acontecimientos y las decisiones, sentimos la tentación de hablar de un vacío político, donde gobiernan la riqueza corporativa y el sector de la guerra, con intereses coincidentes…

Pero, históricamente, debemos ser siempre concretos y admitir las complejidades. El criterio marxista simple hace del gran personaje económico el verdadero depositario del poder; el simple punto de vista liberal hace del gran político la cabeza del sistema de poder; y también hay algunos que consideran al señor de la guerra como un auténtico dictador. Cada uno de estos criterios está excesivamente simplificado. Para evitarlos, utilizamos el término «elite del poder» mejor que, por ejemplo, «clase dirigente».

«Clase dirigente» es una expresión mal entendida. «Clase» es un término económico; «dirigir» es término político. Así la frase «clase dirigente» contiene la teoría de que una clase económica dirige políticamente. Esta teoría resumida puede ser o no cierta a veces, pero no queremos transmitir esa teoría, bastante sencilla, en los términos que utilizamos para definir nuestros problemas; queremos exponer las teorías explícitamente, emplearlo términos de significado mas preciso y unilateral. Concretamente, la frase «clase dirigente», en sus connotaciones política comunes, no concede bastante autonomía al origen político y a sus agentes, y no dice nada de los militares como tales. El lector debe saber ya a estas alturas que no aceptamos el simple punto de vista de que los grandes hombres del sector económico toman unilateralmente todas las decisiones de importancia nacional. Sostenemos que este simple criterio de «determinismo económico» debe ser elaborado por «deber ministro político» y «determinismo militar», que los más altos agentes de cada uno de estos tres sectores disfrutan ahora de un grado visible de autonomía; y que sólo elaboran y aplican las decisiones más importantes con los trámites a menudos intricados de una coalición. Estas son las principales razones por las que preferimos «elite del poder», a «clase dirigente», como expresión característica que denomina los altos círculos, cuando los consideramos en términos de poder.

En la medida en que la elite del poder ha llegada a ser objeto de la atención pública, lo ha hecho como «camarilla militar». La elite del poder debe su forma actual al ingreso en ella de los militares. Su presencia y su ideología constituyen sus principales legitimaciones, siempre que dicha minoría siente la necesidad de recurrir a ellas. Pero lo que se llama la «camarilla militar de Washington» no se compone sólo de militares ni existe únicamente en Washington. Sus miembros se encuentran en todo el país y se trata de una coalición de generales que desempeñan el papel de directores corporativos, de políticos disfrazados de almirantes, de directores corporativos que actúan como políticos, de empleados civiles que llegan a alcaldes, de vicealmirantes que son también colaboradores de un funcionario del Gabinete el cual es, de paso, realmente un miembro de la minoría directora.

Aquí no resultan adecuadas la idea de una «clase dirigente», ni de un simple auge monolítico de «políticos burocráticos», ni de una «camarilla militar». La minoría poderosa incluye a veces, en inquieta coincidencia, los poderes económico, militar y político…

CHARLES W. MILLS, “Las fuentes del poder en la sociedad” en Amitai Etzioni y Eva Etzioni, Los cambios sociales, FCE, México 1968, pp. 119-125

Muere el escritor mexicano Carlos Fuentes, referente de la literatura en español del siglo XX

HOMENAJE AL ESCRITOR MEXICANO CARLOS FUENTES, REFERENTE DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA DEL SIGLO XX

Por José Ramón González Chávez

He aqui una base para construir una biografía mas completa, capaz de reflejar aunque brevemente, todo su aporte a la Literatura y la Cultura de nuestro país y de latinoamérica.

En espera de sus comentarios, reflexiones, adiciones, reacciones, etc.

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Carlos Fuentes Macías

Es uno de los escritores más talentosos y representativos de las letras hispanas del Siglo XX.

De padres mexicanos, nació en Panamá el 11 de noviembre de 1928. Su padre era diplomático, razón por la que pasó su infancia en diversas capitales de América como Montevideo, Rio de Janeiro, Washington, D. C., Santiago de Chile (1940-44), Quito y Buenos Aires (1934). Pasa los veranos en la Ciudad de México, para no perder el idioma y para aprender su historia.

Llega a México en 1944, a los 16 años y entra a hacer la prepa en el Centro Universitario de México (CUM).

Se inicia como periodista colaborador de la revista Hoy y obtiene el primer lugar del concurso literario del Colegio Francés Morelos.

Se graduó como abogado en la UNAM y en Economía en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza.

Gran aficionado al cine, escribió guiones para numerosas películas, como Las dos Elenas, filme corto basado en su cuento homónimo y dirigida en 1964 por José Luis Ibáñez (director de otra cinta, Las dos cautivas, también basada en una historia de Fuentes); El gallo de oro (1964, junto con Gabriel García Márquez y el director de la película Roberto Gavaldón); Un alma pura (1965 Director Juan Ibáñez), Tiempo de morir (1966, junto con Gabriel García Márquez), Pedro Páramo (adaptación de la novela de Juan Rulfo, con Carlos Velo, director, y Manuel Barbachano Ponce, 1967); Con Sergio Olhovich filmó Muñeca Reina en 1972; Ignacio (también adaptado de un cuento de Juan Rulfo, 1975). y en 1988 Orlando Merino realizó el mediometraje Vieja Moralidad, filmes basados en relatos homónimos del libro de cuentos de Fuentes Cantar de Ciegos.

Es en esta época donde se conforma la corriente literaria denominada «El Boom Latinoamericano», de la que forma parte junto con escritores como Octavio Paz, Julio Cortazar, Vargaz Llosa, García Marquez, Alejo Carpentier, que ofrecíó por primera ver en la historia una visión del mundo desde nuestra región.

Su novela La cabeza de la hidra fue llevada al cine en 1981 por el director mexicano Paul Leduc con el título de Complot Petróleo: Luis Puenzo filmó en 1989 Gringo Viejo. A principios de los 90 filmó la serie televisiva El espejo enterrado, basada en su libro homónimo y difundida en 1992 en conmemoración a los 500 años del descubrimiento de América

El profesor Lanin A. Gyurko, de la Universidad de Arizona, ha demostrado, en The Shattered Screen. Myth and Demythification in the Art of Carlos Fuentes and Billy Wilder (New Orleans: University Press of the South, 2009) y Magic Lens. The Transformation of the Visual Arts in the Narrative World of Carlos Fuentes (New Orleans: University Press of the South, 2010), la influencia de Carlos Fuentes sobre el cine norteamericano y la del cine sobre la obra literaria de este.

En 1972 fue elegido miembro de  El Colegio Nacional, siendo presentado por Octavio Paz.En 1975 es nombrado embajador de México en Francia. Durante su gestión, abre las puertas de la embajada a los refugiados políticos latinoamericanos y a la resistencia española. Actúa como delegado en la Conferencia sobre Ciencia y Desarrollo en Dubrovnik, Yugoslavia. Renuncia en 1977 en protesta contra el nombramiento del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz como primer embajador de México en España, después de la muerte de Francisco Franco.

Fue amigo personal de grandes exponentes del Arte y  la cultura, así como de hombres poderosos de la política y  la economía mundial, como Jaques Chirac, Bill Clinton, Felipe González, Alberto Cortina , Simón Pedro Barceló. Alabó la figura de Fidel Castro y le puso en algunas ocasiones reparos importantes. Elogió también la apertura de Raúl Castro.

Obra Literaria

Novelas

  • La región más transparente,Ed. FCE, México, 1958
  • Las buenas conciencias,Ed. FCE, México, 1959
  • La Muerte de Artemio Cruz, FCE, Colección Popular, México, 1962
  • Aura, Ediciones Era, México, 1962
  • Zona Sagrada, Siglo Veintiuno, México, 1967
  • Cambio de piel, J. Mortiz, México, 1967
  • Cumpleaños, J. Mortiz, México, 1969
  • Terra Nostra, J. Mortiz, México, 1975; Seix Barral, Biblioteca Breve 385, Barcelona, 1975
  • La cabeza de la hidra, Argos, Barcelona, 1978
  • Una familia lejana, Ediciones Era, México, 1980
  • Agua Quemada. Cuarteto Narrativo, FCE, México, 1983
  • Gringo Viejo, FCE, colección Tierra Firme, México, 1985
  • Cristóbal Nonato, FCE, colección Tierra Firme, México 1987
  • Constancia y otras novelas para vírgenes, FCE, colección Tierra Firme, México, 1990.
  • La campaña (1990); México: Santillana. (Alfaguara)(2002)
  • Los años con Laura Díaz (México, Alfaguara, 1999)
  • Instinto de Inez, Alfaguara, México, 2001
  • La silla del águila, Alfaguara, 2003
  • Todas las familias felices, Alfaguara, 2006
  • La voluntad y la fortuna, Alfaguara, México, 2008
  • Adán en Edén, Alfaguara, México, 2009
  • Vlad, Alfaguara, México, 2010[4]

Relatos y cuentos

  • Los Días Enmascarados, Ed. Novaro. Los Presentes, México, 1954.
  • Cantar de Ciegos, J. Mortiz, México, 1964 (Serie del volador).
  • Chac Mool y otros cuentos, Salvat Editores, Barcelona, 1973.
  • Agua quemada, México: CREA, 1983 (Biblioteca Joven; 4).
  • Dos educaciones, Mondadori España, Madrid, 1991
  • El naranjo, Alfaguara, 1994.
  • La frontera de cristal. Una novela en nueve cuentos (1995) 2. reimpr. Madrid: Santillana, 1996.
  • Inquieta compañía, Alfaguara, 2004.
  • Cuentos fantásticos, Alfaguara, 2007.
  • Cuentos naturales, Alfaguara, 2007.
  • Carolina Grau, Alfaguara, México, 2010

Ensayo

  • Magic Lens. The Transformation of the Visual Arts in the Narrative World of Carlos Fuentes, Lanin A Gyurko, University Press of the South, Nueva Orleáns, 2010
  • The Shattered Screen. Myth and Demythification in the Art of Carlos Fuentes and Billy Wilder, Lanin A Gyurko, University Press of the South, Nueva Orleáns, 2009
  • La nueva novela hispanoamericana, J. Mortiz, México, 1969 (colección Cuadernos de Joaquín Mortiz 4)
  • El mundo de José Luis Cuevas, Tudor Publishing Company, Nueva York, 1969
  • Casa con dos puertas, J. Mortiz, México, 1970
  • Tiempo mexicano, J. Mortiz, México, 1971 (colección Cuadernos de Joaquín Mortiz 11-12; recopilación de artículos publicados en periódicos
  • Cervantes o la crítica de la lectura, J. Mortiz, México, 1976 (colección Cuadernos de Joaquín Mortiz 42)
  • El Dragón y el Unicornio: La tensión del pensamiento entre las antiguas relaciones de sangre y las nuevas relaciones jurídico-estatales que surgieron con la civilización. Co-autoría conAlejandro Carrillo Castro (Cal y Arena 1980).
  • Valiente mundo nuevo. Épica, utopía y mito en la novela hispanoamericana, Mondadori España, Madrid, 1990
  • El espejo enterrado, FCE, colección Tierra Firme, México, 1992
  • Geografía de la novela, FCE, México, 1993.
  • Tres discursos para dos aldeas. FCE, Buenos Aires, 1993 (Colección Popular 489)
  • Nuevo tiempo mexicano, Aguilar, México, 1994
  • Retratos en el tiempo, con Carlos Fuentes Lemus, Alfaguara, México, 1998
  • Los cinco soles de México: memoria de un milenio, Seix Barral, Biblioteca Breve, Barcelona, 2000.
  • En esto creo, Seix Barral, Barcelona, 2002
  • Contra Bush, Aguilar, México, 2004
  • Los 68, Grijalbo, México, 2005
  • La gran novela latinoamericana, Alfaguara, Madrid, 2011

Teatro

  • Todos los gatos son pardos, Siglo Veintiuno Editores, México, 1970
  • El tuerto es rey J. Mortiz, México, 1970 (Teatro del volador)
  • Los reinos originarios, Seix Barral, Barcelona, 1971
  • Orquídeas a la luz de la luna. Comedia mexicana, Seix Barral, Biblioteca Breve 494, Barcelona, 1982
  • Ceremonias del alba, Mondadori España, Madrid, 1991. Rescritura hecha por Fuentes en 1990 de Todos los gatos son pardos; en esta restructuración, introdujo nuevos personajes y situaciones

Libretos de ópera

  • Santa Anna, libreto para la ópera homónima sobre el político y militar mexicano, del compositor cubano José María Vitier.

Premios y reconocimientos

  • 1972, miembro de El Colegio Nacional.
  • 1972, Premio Mazatlan de Literatura, por Tiempo mexicano. Fuentes rechazó el galardón en protesta por la política del gobierno de Sinaloa contra el movimiento estudiantil en la Universidad de ese Estado[5]
  • 1976. Premio Javier Villaurrutia por Terra Nostra[6]
  • 1977, Premio Rómulo Gallegos, por Terra Nostra.
  • 1979, Premio Internacional Alfonso Reyes
  • 1984, Premio Nacional de Literatura de México
  • 1987, Premio Cervantes
  • 1992, Legión de Honor
  • 1992, Premio Internacional Menéndez Pelayo
  • 1994, Premio Grizane Cavour
  • 1994, Premio Príncipe de Asturias
  • 1994, Medalla Picasoo de la Unesco
  • 2000, Doctorado honoris causa, por la Universidad Veracruzana
  • 2000 Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Sinaloa
  • 2001 Miembro Honorario de la Academia Mexicana de la Lengua
  • 2004, Premio Real Academia Española de Creación Literaria, por En Esto Creo
  • 2008 Premio Internacional Don Quijote de la Mancha.
  • 2009, docotrado Honoris Causa por la Universidad de Quintana Roo
  • 2009, Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica
  • 2009, Premio González Ruano de Periodismo, otorgado por la Fundación MAPFRE, por el artículo El Yucatán de Hernán Zavala.
  • 2009, Doctorado Honoris Causa, en la Universidad de Veracruz
  • 2009, Homenaje Nacional
  • 2010, Doctorado Honoris Causa, por la Universidad de Puerto Rico
  • 2011, Premio Fomentor de las Letras en reconocimiento a toda su obra
  • 2011, Doctorado Honoris Causa por la Universidad Michel de Montaigne

Murió el día de hoy de una afección cardiaca, en la ciudad de México, el 15 de mayo de 2012.

El Derecho y la Justicia en el Teatro de Víctor Hugo Rascón Banda

Conoci a Victor Hugo Rascon, abogado y dramaturgo (genial combinación!), durante mi estancia laboral en Oaxaca. Hombre de una sensibilidad, creatividad e intuicion admirables. Justo reconocimiento a su aportacion al arte y el conocimiento nacional. En horabuena.

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EL DERECHOY LA JUSTICIA EN EL TEATRO DE VICTOR HUGO RASCON BANDA

Desde épocas remotas los dramaturgos han llevado a los escenarios teatrales obras sobre sucesos que impactan a la sociedad, sobresaliendo los referentes a delitos, cuyo campo normativo corresponde al derecho penal. Este libro es novedoso e interesante porque está dedicado a la revisión de la biografía y dramaturgia de un autor mexicano contemporáneo con formación de jurista y literato. Víctor Hugo Rascón Banda (Uruáchic, Chihuahua, 1948-México, D.F., 2008) creó un amplio y sólido corpus dramático cuyos principales temas fueron los problemas actuales de la sociedad mexicana: la discriminación hacia las mujeres y los indígenas, la violación de los derechos humanos de los chicanos en Estados Unidos de Norteamérica y, en un lugar preponderante las conductas delictivas que laceran a México (corrupción de servidores públicos, feminicidios, narcotráfico, violencia intrafamiliar, robo, homicidio, secuestro).

Para los investigadores de la Sociología del Derecho y las Ciencias Penales esta obra puede revestir gran interés en virtud de que la dramaturgia de Rascón Banda fue vanguardista y premonitoria, pues en tiempos de gran conservadurismo se atrevió a abordar temas tabú como el de la homosexualidad, cuya represión o disimulo era el detonante de delitos como los que se describen en las obras La daga y La navaja (estrenadas en 1982). En la obra Contrabando (estrenada en 1991), Rascón retrató un conjunto de fenómenos sociales, producidos por el narcotráfico, que en ese tiempo eran nuevos y extraordinarios, mismos que con el transcurso de los años se han vuelto cotidianos y comunes.

En el primer capítulo del libro se expone una amplia biografía del escritor chihuahuense Víctor Hugo Rascón Banda, quien tuvo formación de literato, director y creador teatral (en el CADAC de la Ciudad de México) y además estudió la carrera de Derecho en la UNAM, carrera que ejerció en el sector bancario y el CONACYT hasta llegar a convertirse en presidente de la Sociedad General de Escritores de México (1998-2008). En dicho cargo impulsó importantes reformas a las leyes y reglamentos de cinematografía, derecho de autor y otras áreas de la cultura. En el ámbito de la creación teatral escribió más de 50 obras, además de una novela titulada Contrabando (publicada como obra póstuma) y un conjunto de cuentos publicados bajo el título de Volver a Santa Rosa. En su amplia carrera obtuvo varios premios, sus obras han sido representadas en varias naciones de Latinoamérica y Europa, así como en Estados Unidos de Norteamérica. La dramaturgia de Rascón Banda fue dirigida por importantes personajes de la escena nacional como Luis de Tavira, Ignacio Retes, Marta Luna y José Caballero. A su fallecimiento Rascón Banda pertenecía a la Academia Mexicana de la Lengua, sitio que ocupó gracias a la propuesta de los literatos Alí Chumacero y Carlos Montemayor, y del jurista Diego Valadés.

El segundo capítulo del libro está destinado a la exposición y análisis de las obras de Rascón sobre temas delincuenciales: Playa Azul, Por los caminos del Sur, Armas blancas, Homicidio calificado, Hotel Juárez, Contrabando, Fugitivos, Guerrero negro, La fiera del Ajusco y Manos arriba. En este capítulo también se estudia la trascendencia de la relación entre la literatura y el derecho, y se proporcionan nociones básicas sobre teoría literaria para ubicar la diferencia entre dramaturgia y narrativa.

En el último capítulo del libro se ofrece una visión panorámica de la narrativa del dramaturgo chihuahuense, la cual quedó plasmada en artículos periodísticos, principalmente publicados en las revistas Proceso, Paso de Gato y en la Revista de la Universidad de México. También se aborda la narrativa de Rascón en libros colectivos, como el texto que escribió en Homenaje a Andrés Henestrosa y La ciudad en el teatro. En los artículos periodísticos Rascón dejó un registro útil para construir la historia del teatro mexicano de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI.

La ficha técnica del libro es: Berrueco García, Adriana, «El derecho y la justicia en el teatro de Víctor Hugo Rascón Banda», México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2011.

(Se puede descargar en el sitio web del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM)

CORREO ELECTRÓNICO DE LA AUTORA: adriana_berrueco@yahoo.com.mx

TELÉFONO UNAM: 56-22-74-74 EXTS. 1200 Y 1218.

AUTORA: ADRIANA BERRUECO GARCIA

«Yo Acuso» de Emile Zolá: un paradigma en la lucha contra la injusticia

Por José Ramón González Chávez

Hablando sobre jóvenes y justicia, les presento un documento que integra el famoso texto «Yo acuso» de Emile Zolá, que le costara materialmente la vida, pero que a cambio cerrara con broche de oro su paso a la inmortalidad.

La materia del texto es el caso Dreyfus, que le mostró a la humanidad como el no reconocimiento de un error de impartición de injusticia por parte del poder público, no genera más que una injusticia mayor, entre otros monstruos.

El texto está compuesto de distintas cartas y escritos, entre los que se encuentra este que aquí les público, denominado «Carta a los Jóvenes» de cuya lectura se descubren pasajes de sorprendente actualidad. Espero que sea de su interes. Saludos.

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Nota sobre el caso Dreyfus

En 1894, los servicios de contraespionaje (Service de Renseignements) del Ministerio de la Guerra francés interceptan un documento dirigido al agregado militar alemán en París, Schwartzkoppen, en el que se menciona en nota manuscrita el anuncio del envío de informaciones concretas sobre las características del nuevo material de artillería francés. El riesgo de escándalo es más preocupante que la propia filtración; había, pues, que encontrar a un culpable. Basándose en el escrito, los expertos comparan letras de los oficiales del Estado Mayor y concluyen que el capitán Alfred Dreyfus, de treinta y cinco años, judío y alsaciano, es su autor. El 15 de octubre de ese año Dreyfus es arrestado, juzgado por un consejo de guerra y declarado culpable de alta traición.

Pese a las declaraciones de inocencia del acusado (declaraciones que no se hacen públicas), se condena a Dreyfus a la degradación militar (enero de 1895) y a cumplir cadena perpetua en la isla del Diablo, en la Guayana francesa. Durante el juicio, el general Mercier, ministro de la Guerra, expresa sus convicciones a la prensa y comunica al tribunal que existen pruebas «abrumadoras» de la culpabilidad de Dreyfus, pruebas que no puede mostrar porque pondrían en peligro la seguridad de la nación. Hasta ese momento, nadie duda de la existencia de dichas pruebas. Únicamente la familia de Dreyfus, convencida de su inocencia, habla de error judicial y busca apoyos entre los politicos y la prensa para conseguir la revision del juicio.

En marzo de 1896, el nuevo responsable del Service de Renseignements, el coronel Picquart, descubre un telegrama dirigido por el agregado militar alemán Schwartzkoppen a un oficial francés de origen húngaro, el comandante Esterhazy; el telegrama no deja dudas de que este ultimo es el informador de Schwartzkoppen en el Estado Mayor francés. La letra de Esterhazy, que se parece a la de Dreyfus, es, sorprendentemente, muy similar a la del famoso escrito. Picquart informa a sus superiores y expresa su convicción de que fue un error atribuir el escrito a Dreyfus. El Estado Mayor destina a Picquart a la frontera del este y, posteriormente, a Túnez. Los tribunales militares, dominados por camarillas de extrema derecha y antisemitas, se niegan a revisar el caso Dreyfus y tratan de sofocar el escándalo, pero no logran evitar que algunos rumores alerten a personalidades de la izquierda.

En 1897 -con la ayuda del periodista Bernard Lazare, del senador Scheurer-Kestner y del diputado Joseph Reinach-, Mathieu Dreyfus, hermano de Alfred, promueve una campaña en Le Figaro para exigir que se investigue a Esterhazy y se revise el juicio de 1894. La extrema derecha reacciona de inmediato. Indignado, Émile Zola, próximo a la izquierda radical y a grupos socialistas, entra en liza. La campaña de Le Figaro rompe la conspiración de silencio.

En diciembre de 1897, Esterhazy, cuya letra es idéntica a la de los facsímiles del escrito que la prensa ha reproducido, es inculpado y comparece ante un tribunal militar; contra todo pronóstico, los jueces lo absuelven en enero de 1898, al tiempo que el presidente del Consejo de Ministros, Méline, rechaza la revision del caso Dreyfus: «El caso Dreyfus no existe». Zola, consciente de los riesgos que corre, plantea la cuestión ante la opinion pública en su célebre carta al presidente de la República, titulada «Yo acuso» y publicada el 13 de enero en L’Aurore. Ese mismo día, la policía detiene al teniente coronel Picquart. La polémica enardece al país y se desencadenan las hostilidades entre la derecha militarista y la izquierda socialista o radical, entre las corrientes nacionalistas antisemitas y los defensores del Derecho, entre el integrismo católico y los adalides del libre pensamiento. Llueven insultos y críticas sobre Zola. En estas circunstancias, aparece, ya en su sentido moderno, la expresión «los intelectuales», que emplearon los antidreyfusards (Barrès, Drumont, Leon Daudet, Pierre Loti, Jules Verne…) contra los dreyfusards (Zola, Gide, Proust, Péguy, Mirbeau, Anatole France, Jarry, Claude Monet…).

Del 7 al 23 de febrero de 1898, Zolá, amenazado de muerte por los grupos de extrema derecha, comparece ante un tribunal, acusado de difamar a los oficiales y personalidades que había denunciado en su «Yo acuso». Se le declara culpable y se le condena a un año de cárcel, a pagar tres mil francos de multa y se le despoja de la Legión de Honor. Tras recurrir la sentencia, el tribunal de instancia vuelve a condenarle, esta vez, sin embargo, en rebeldía, pues Zola, temiendo por su vida, se ha exiliado en Inglaterra. Semanas después de este segundo juicio, se confirma que el documento que se utilizó para comprometer a Dreyfus en el juicio de 1894 era falso; lo había confeccionado un oficial del Service de Renseignements, el coronel Henry, quien confiesa su culpabilidad el 30 de agosto y el 31 se suicida en la cárcel. El Tribunal Supremo, que había empezado a revisar el expediente Dreyfus en junio, ordenó la revisión del caso.

Zola, pese a la confirmación de la sentencia condenatoria, regresa de su exilio en junio de 1899; el Gobierno renuncia a tomar medidas contra él. Entre agosto y septiembre de ese año, Dreyfus, trasladado a Francia, se somete a un segundo juicio y de nuevo le condenan los tribunales militares, que no acceden a reconocer el error judicial que se cometió en 1894; el 19 de septiembre, el presidente de la República, Loubet, indulta a Dreyfus. Puesto en libertad, gran parte de la opinión pública considera que debe, además, reconocerse su inocencia. Hasta el 12 de julio de 1906 no obtendrá Dreyfus la rehabilitación en el ejército. Cuatro años antes, la noche del 28 al 29 de septiembre de 1902, de regreso a París tras sus vacaciones en Médan, Emilio Zola muere asfixiado en su casa, debido a las exhalaciones de una chimenea. Desde 1898, Zola había recibido numerosas amenazas de muerte, pero este «caso» nunca llegó a esclarecerse. Dreyfus, por su parte, falleció en 1935 ocupando un alto cargo oficial. Quedaron dudas sobre su inocencia hasta la publicación de los Carnets de Schwartzkoppen en 1930: Dreyfus inocente, Esterhazy culpable.

CARTA A LA JUVENTUD

Emile Zolá

(Este texto apareció publicado como folleto y se puso a la venta el 14 de diciembre de 1897)

Como no encontré ningún periódico dispuesto a aceptar mis artículos, y además deseaba sentirme del todo libre, proyecté continuar mi campaña mediante una serie de folletos. Primero quise lanzarlos un día fijo, con regularidad, uno por semana. Después preferí controlar las fechas de publicación, de modo que pudiese elegir el momento a intervenir según los temas y sólo los días que me parecieran útiles.

¿Adónde vais, jóvenes, adónde vais, estudiantes que corréis en grupos por las calles, manifestándoos en nombre de vuestras iras y de vuestros entusiasmos, sintiendo la necesidad irresistible de lanzar públicamente el grito de vuestras conciencias indignadas?

¿Vais a protestar contra algún abuso del poder, han ofendido vuestro anhelo de verdad y equidad, ardiente aún en vuestras almas jóvenes, almas que ignoran los arreglos políticos y las cobardías cotidianas de la vida?

¿Vais a reparar una injusticia social, vais a poner la protesta de vuestra juventud vibrante en la balanza desigual donde, con tanta falsedad, se pesa el sino de los afortunados y de los desheredados de este mundo?

¿Vais, para defender la tolerancia y la independencia de la raza humana, a silbar a algún sectario de la inteligencia, de estrecha mollera, que ha pretendido conducir vuestras mentes liberadas hacia el antiguo error proclamando la bancarrota de la ciencia?

¿Vais a gritar, al pie de la ventana de algún personaje esquivo a hipócrita, vuestra fe inquebrantable en el porvenir, en ese siglo venidero que representáis y que ha de traer la paz al mundo en nombre de la justicia y del amor?

«¡No, no! ¡Vamos a abuchear a un hombre, a un anciano que, tras una larga vida de trabajo y de lealtad, imaginó que podía sostener impunemente una causa generosa, que podía querer que se hiciera la luz y se reparara un error, por el mismo honor de la patria francesa!»

¡Ah!, cuando yo era joven, vi cómo se estremecía el Barrio Latino con las orgullosas pasiones de la juventud, el amor a la libertad, el odio a la fuerza brutal que aplasta cerebros y oprime almas. Lo vi, bajo el Imperio, entregado de lleno a su esforzada labor de oposición, a veces incluso injusto, pero siempre por un exceso de amor a la libre emancipación humana. Silbaba a los autores gratos a las Tullerías, se ensañaba con los profesores cuyas enseñanzas le parecían sospechosas, se alzaba contra cualquiera que se declarase en favor de las tinieblas y de la tiranía. En él ardía el fuego sagrado de la hermosa locura de los veinte años, cuando todas las esperanzas son realidades, cuando el mañana aparece como el triunfo indudable de la Ciudad perfecta.

Y si nos remontáramos más atrás en esta historia de las nobles pasiones que han alzado a la juventud de las universidades, veríamos a ésta siempre indignada ante la injusticia, estremecida y sublevada a favor de los humildes, de los abandonados, de los perseguidos, contra los crueles y los poderosos. Se ha manifestado en favor de los pueblos oprimidos, ha abrazado la causa de Polonia, de Grecia, se ha erigido en defensora de cuantos sufrían, de cuantos agonizaban bajo la brutalidad de una masa o de un déspota. Si corría la voz de que el Barrio Latino estaba en ascuas, no había duda de que detrás ardía una llama de justicia juvenil, ajena a precauciones, que acometía con entusiasmo obras dictadas por el corazón. ¡Y qué espontaneidad entonces, qué torrente desbordado corría por las calles!

Ya sé que hoy el pretexto sigue siendo la patria amenazada, Francia entregada al enemigo vencedor por una pandilla de traidores. Yo sólo le pregunto al país dónde podremos encontrar la clara intuición de las cosas, la sensación instintiva de lo que es verdad, de lo que es justo, como no sea en esas almas nuevas, en esos jóvenes que nacen a la vida pública y a quienes nada debería ofuscar su razón recta y buena. Que los políticos deteriorados por años de intriga, que los periodistas desequilibrados por todas las componendas de su oficio puedan aceptar las mentiras más impúdicas, puedan hacer la vista gorda ante abrumadoras evidencias, es explicable, comprensible. Pero ¿la juventud? Muy gangrenada ha de estar para que su pureza, su candor natural no se reconozca a simple vista en medio de los inaceptables errores y no se enfrente directamente a lo que es evidente, a lo que está claro, luminoso como la luz del día.

La historia es sencilla. Han condenado a un oficial y a nadie se le ocurre sospechar de la buena fe de sus jueces. Lo han castigado siguiendo el dictado de sus conciencias, basándose en pruebas que creyeron veraces. Después, un día, sucede que un hombre, que varios hombres, tienen dudas y acaban por convencerse de que una de las pruebas, la más importante, la única al menos en la que se apoyaron públicamente los jueces, ha sido atribuida erróneamente al condenado, y que no cabe duda de que esa prueba procede de la mano de otro. Y lo dicen, y ese otro es denunciado por el hermano del preso, cuyo estricto deber era hacerlo; y así, a la fuerza, empieza un nuevo juicio que, si resultase en una condena, conllevaría la revision del primer caso.

¿No es todo esto perfectamente diáfano, justo y razonable? ¿Dónde ven la maquinación, el perverso complot para salvar a un traidor? Simplemente deseamos, ¿quién lo niega?, que el traidor sea un culpable y no un inocente que expía el crimen. Ya lo tendréis a vuestro traidor; la cuestión está en que os den el auténtico.

¿No debería bastar un mínimo de sentido común? ¿A qué móvil obedecerían, así pues, los hombres que persiguen la revisión del caso? Descartad el antisemitismo estúpido, cuya cruel monomanía no ve en eso más que un complot judío, el oro judío, que trata de sustituir en el calabozo a un judío por un cristiano. No existe base alguna, las inverosimilitudes y las imposibilidades se derrumban unas tras otras, ni todo el oro del mundo podría comprar ciertas conciencias. Y hay que llegar a la realidad, que es la expansión natural, lenta, invencible de todo error judicial. La historia es eso. Un error judicial es una fuerza que avanza: unos hombres con conciencia se ven sometidos, asediados, se entregan con creciente obstinación, arriesgan su fortuna y su vida para que se haga justicia. Y no hay otra explicación posible a lo que hoy está pasando; el resto se limita a abominables pasiones políticas y religiosas, al torrente desbordado de calumnias a injurias.

Pero ¿qué excusa tendría la juventud si sus ideas de humanidad y de justicia se hubieran debilitado por un instante? En la sesión del 4 de diciembre, una Cámara francesa se cubrió de oprobio al votar una orden del día «que condena a los instigadores de la odiosa campaña perturbadora de la conciencia pública». Lo digo en voz alta, con vistas al futuro que, espero, ha de leerme: un votación como ésa es indigna de nuestro generoso país, y quedará como una mancha imborrable. Los «instigadores» son los hombres con conciencia y con valentía que, seguros de un error judicial, lo han denunciado para que se repare, en la convicción patriótica de que una gran nación donde un inocente agoniza entre torturas sería una nación condenada. La «odiosa campaña» es el grito de la verdad, el grito de la justicia emitido por esos hombres, es el empeño con que desean que Francia siga siendo, ante los pueblos que la contemplan, la Francia humana, la Francia que ha logrado la libertad y que impartirá la justicia. Y, ya lo veis, seguramente la Cámara ha cometido un crimen, porque ha corrompido incluso a la juventud de nuestras universidades, y ésta, engañada, extraviada, desbocada por nuestras calles, se manifiesta, cosa aún nunca vista, en contra de lo más orgulloso, de lo más valiente, de lo más divino que pueda tener el alma humana.

Después de la sesión del Senado del día 7, la gente habló de hundimiento refiriéndose a Monsieur Scheurer-Kestner. ¡Oh, sí, qué hundimiento en su corazón, en su alma! Imagino su angustia, su tormento al ver cómo se desploma a su alrededor cuanto ha amado de nuestra República, cuanto ha ayudado a conquistar para ella en la gran lucha que ha sido su vida: la libertad, primero, y después las viriles virtudes de la lealtad, de la franqueza y del valor cívico.

Es uno de los últimos que quedan de su preclara generación. Bajo el Imperio, supo lo que era un pueblo sometido a la autoridad de uno solo, y se consumía de fiebre y de impaciencia, la boca brutalmente amordazada, ante las injusticias. Con el corazón desgarrado, vio nuestras derrotas, conoció las causas, todas originadas por la ceguera y la imbecilidad despóticas. Más adelante, fue de los que con mayor inteligencia y ardor trabajaron para levantar el país de sus escombros, para devolverle su lugar en Europa.

Procede de los tiempos heroicos de nuestra Francia republicana, a imagino que debía de considerarse autor de una obra buena y sólida: el despotismo expulsado para siempre, la libertad conquistada, me refiero a esa libertad humana que permite que cada conciencia ejercite su deber en medio de la tolerancia de las demás opiniones.

¡Sí! Todo pudo conquistarse, pero todo vuelve a estar por los suelos una vez más. En torno a él, dentro de él, no hay más que ruinas. Haber sucumbido al anhelo de verdad es un crimen. Haber exigido justicia es un crimen. Retornó el horrible despotismo, la mordaza más dura acalla otra vez las bocas. Quien aplasta la conciencia pública no es ya la bota de un César, sino toda una Cámara que condena a quienes se enardecen por el deseo de lo justo. ¡Prohibido hablar! Los puños machacan los labios de quienes han de defender la verdad, se amotina a las masas para que reduzcan al silencio a los aislados.

Nunca se había organizado una opresión tan monstruosa y dirigida contra la libre discusión. Y reina el más vergonzoso terror, los más valientes se vuelven cobardes, nadie se atreve ya a decir lo que piensa por miedo a que le denuncien acusándole de vendido y traidor. Los escasos periódicos que conservan cierta honestidad se humillan ante sus lectores, quienes se han vuelto locos con tantos chismes estúpidos. Ningún pueblo, creo yo, ha pasado por un momento más confuso, más absurdo, más angustioso para su razón y su dignidad.

Por lo tanto, es cierto, todo el leal y prestigioso pasado de Monsieur Scheurer-Kestner ha debido de hundirse. Si todavía cree en la bondad y en la equidad de los hombres, es que posee un sólido optimismo. Lleva tres semanas viendo cómo le arrastran por el fango porque ha puesto en juego el honor y la alegría de su vejez, porque quiso ser justo. No existe aflicción más dolorosa para un hombre honrado que sufrir martirio a causa de su honradez. Es asesinar en ese hombre su fe en el mañana, envenenarle la esperanza; y si muere dirá: «¡Se acabó, ya no queda nada, todo lo bueno que hice se va conmigo, la virtud solo es una palabra, el mundo es sólo tinieblas y vacío!».

Y para vilipendiar al patriotismo, se ha elegido a ese hombre que es el último representante de Alsacia-Lorena en nuestras Asambleas. ¡Un vendido, él, un traidor, un ofensor del ejército, cuando la simple mención de su nombre debería bastar para tranquilizar las más sombrías inquietudes! No cabe duda de que cometió la ingenuidad de creer que su calidad de alsaciano y su fama de ardiente patriota le valdrían como garantía de su buena fe en sus delicadas funciones de justiciero. Que se ocupase de este caso, ¿no venía a significar que una pronta conclusión le parecía necesaria para el honor del ejército, para el honor de la patria? Dejad que el caso siga arrastrándose más semanas, intentad sofocar la verdad, impedid que se haga justicia y veréis cómo nos habréis convertido en el hazmerreír de toda Europa, cómo habréis situado a Francia a la cola de las naciones.

¡No, no! ¡Las estúpidas pasiones políticas y religiosas no quieren comprender nada, y la juventud de nuestras universidades ofrece al mundo el espectáculo de ir a abuchear a Monsieur Scheurer-Kestner, el traidor, el vendido que insulta el ejército y que compromete a la patria!

Ya sé que el grupo de jóvenes que se manifiesta no representa a toda la juventud y que un centenar de alborotadores por la calle causan más ruido que diez mil trabajadores que se quedan en su casa. Pero cien alborotadores son ya demasiados, y ¡qué desalentador es el síntoma de que ese movimiento, por reducido que sea, se produzca hoy en el Barrio Latino!

Antisemitas jóvenes. ¿Existen, pues, esas cosas? ¿Hay cerebros nuevos, almas nuevas desequilibradas por ese veneno idiota? ¡Qué triste, qué inquietante para el siglo XX que va a iniciarse! Cien años después de la Declaración de los Derechos del Hombre, cien años después del acto supremo de tolerancia y emancipación, volvemos a las guerras de religión, al más odioso y necio de los fantasmas. Eso es comprensible en algunos hombres que desempeñan su papel, que tienen que mantener una actitud y satisfacer una ambición voraz. Pero ¡en los jóvenes, en los que nacen y ayudan a que se desarrollen y expandan todos los derechos y libertades que habíamos soñado ver surgir, fulgurantes, en el próximo siglo! Eran los trabajadores que esperábamos y, en cambio, se declaran ya antisemitas, o sea, que comenzarán el siglo exterminando a todos los judíos porque son ciudadanos de otra raza y de otra fe. ¡Buen principio para la Ciudad de nuestros sueños, la Ciudad de la igualdad y la fraternidad! Si la juventud llegara de veras a ese extremo, sería para echarse a llorar, para negar toda esperanza y toda felicidad humanas. ¡Oh juventud, juventud! Te to ruego, piensa en la gran labor que te espera. Eres la futura obrera, tú pondrás los cimientos de este siglo cercano que, estamos profundamente convencidos, resolverá los problemas de verdad y de equidad planteados por el siglo que termina. Nosotros, los viejos, los mayores, te dejamos el formidable cúmulo de nuestras investigaciones, tal vez muchas contradicciones y oscuridades, pero ciertamente también te dejamos el esfuerzo más apasionado que nunca siglo alguno haya realizado en pos de la luz, los más honestos y más sólidos documentos, los fundamentos mismos de este vasto edificio de la ciencia que tienes que seguir construyendo en pro de tu honor y tu felicidad. Y sólo te pedimos que seas más generosa aún que nosotros, más abierta de espíritu, que nos superes con tu amor a una existencia pacífica, dedicando tu esfuerzo al trabajo, esa fecundidad de los hombres y de la tierra que por fin sabrá lograr que brote la desbordante cosecha de alegría bajo el resplandeciente sol. Nosotros te cederemos fraternalmente el puesto, satisfechos de desaparecer y descansar de nuestra parte de labor en el sueño gozoso de la muerte, si sabemos que tú continuarás y harás realidad nuestros sueños.

¡Juventud, juventud! Acuérdate de lo que sufrieron tus padres, y de las batallas terribles que tuvieron que vencer, para conquistar la libertad de que gozas ahora. Si te sientes independiente, si puedes ir y venir a voluntad o decir en la prensa lo que piensas, o tener una opinión y expresarla públicamente, es porque tus padres contribuyeron a ello con su inteligencia y su sangre. No has nacido bajo la tiranía, ignoras lo que es despertarse cada mañana con la bota de un amo sobre el pecho, no has combatido para escapar al sable del dictador, a la ley falaz del mal juez. Agradéceselo a tus padres y no cometas el crimen de aclamar la mentira, de alinearte junto a la fuerza brutal, junto a la intolerancia de los fanáticos y la voracidad de los ambiciosos. La dictadura ha tocado a su fin.

¡Juventud, juventud! Mantente siempre cerca de la justicia. Si la idea de justicia se oscureciera en ti, caerías en todos los peligros. No me refiero a la justicia de nuestros Códigos, que no es sino la garantía de los lazos sociales. Por supuesto, hay que respetarla; sin embargo, existe una noción más elevada de justicia, la que establece como principio que todo juicio de los hombres es falible y la que admite la posible inocencia de un condenado sin por ello insultar a los jueces. ¿No ha ocurrido ahora algo que por fuerza ha de indignar tu encendida pasión por el Derecho? ¿Quién se alzará para exigir que se haga justicia sino tú, que no estás mezclada en nuestras luchas de intereses ni de personas, que no te has aventurado ni comprometido en ninguna situación sospechosa, que puedes hablar en voz alta, con toda honestidad y buena fe?

¡Juventud, juventud! Sé humana, sé generosa. Aunque nos equivoquemos, permanece a nuestro lado cuando decimos que un inocente sufre una pena atroz y que se nos parte de angustia nuestro corazón sublevado. Basta admitir por un instante el posible error frente a un castigo tan desmesurado para que se encoja el corazón y broten lágrimas de los ojos. Cierto, los carceleros son insensibles, pero tú, ¡tú que aún lloras, tú, afectada ante cualquier miseria, cualquier piedad! ¿Por qué no realizas este sueño caballeresco de defender su causa y liberar al mártir que en algún lugar sucumbe al odio? ¿Quién sino tú intentará la sublime aventura, se lanzará a defender una causa peligrosa y soberbia, se enfrentará a un pueblo en nombre de la justicia ideal? ¿No te avergüenza que sean unos viejos, unos mayores, los que se apasionen, los que cumplan tu tarea de generosa locura?

«¿Adónde vais, jóvenes, adónde vais, estudiantes que corréis por la calle manifestándoos, enarbolando en medio de nuestras discordias el valor y la esperanza de vuestros veinte años?»

«¡Vamos a luchar por la humanidad, la verdad, la justicia!»

Los «10 Mandamientos» de Bertrand Russell

Por José Ramón González Chávez

Betrand Russsel fue uno de los Filósofos más importantes del Siglo XX

Ateo de sepa, luchador contra las supersticiones,se enfrentó directamente a ellas mediante la argumentación y el razonamiento lógico. Férreo defensor del liberalismo. Recibió el Premio nobel de literatura en 1950.

El 16 de diciembre de 1951, aprovechó una colaboración para la «New York Times Magazine» para divulgar una vez más la razón mediante un artículo «The best answer to fanaticism: Liberalism», al final del que expuso un decálogo que, según él, todo profesor debería desear enseñar a sus alumnos.

Posiblemente el decálogo -al que Russell se refirió sarcásticamente como «mandamientos»- no sea una enseñanza completa en sí, pero señala los pasos necesarios todo aquel que intente encontrarse con la razón y alejarse de todo tipo de supersticiones y creencias sin fundamento alguno:

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LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE BETRAND RUSSEL

1. No estés absolutamente seguro de nada.

2. No creas conveniente actuar ocultando pruebas, pues las pruebas terminan por salir a la luz.

3. Nunca intentes oponerte al raciocino, pues seguramente lo conseguirás.

4. Cuando encuentres oposición, aunque provenga de tu cónyuge o de tus hijos, trata de superarla por medio de la razón y no de la autoridad, pues una victoria que dependa de la autoridad es irreal e ilusoria.

5. No respetes la autoridad de los demás, pues siempre se encuentran autoridades enfrentadas.

6. No utilices la fuerza para suprimir las ideas que crees perniciosas, pues si lo haces, ellas te suprimirán a ti.

7. No temas ser extravagante en tus ideas, pues todas la ideas ahora aceptadas fueron en su día extravagantes.

8. Disfruta más con la discrepancia inteligente que con la conformidad pasiva, pues si valoras la inteligencia como debieras, aquélla significa un acuerdo más profundo que ésta.

9. Muéstrate escrupuloso en la verdad, aunque la verdad sea incómoda, pues más incómoda es cuando tratas de ocultarla.

10. No sientas envidia de la felicidad de los que viven en el paraíso de los necios, pues sólo un necio pensará que eso es la felicidad.

Jaime Torres Bodet: Una Semblanza para Conmemorar

JAIME TORRES BODET: UNA SEMBLANZA PARA CONMEMORAR

Por José Ramón González Chávez

Jaime Mario Torres Bodet. México 17 de abril de 1902; México 13 de mayo de 1974.

Diplomático, funcionario público, escritor, ensayista, poeta.

Hijo único de Alejandro Torres Girbent originario deBarcelona, España y de Emile Bodet, originaria de Francia, quienes emigraron yacasados, a la ciudad de México en 1895.

En 1917, concluyó su bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria, de la que posteriormente fue secretario, a los 18 años, bajo la dirección de Ezequiel A. Chávez.

Publicó su primer libro de poesías a los 16 años.

Estudió Derecho en la Facultad de Jurisprudencia y Filosofía y Letras en la de Altos Estudios, ambas en la UNAM.

En 1921, a los 19 años, fue secretario particular del rector de la misma universidad, José Vasconcelos.

Fue director del Departamento de Bibliotecas de la Secretaríade Educación Pública entre 1922 y 1924.

En 1925 fue secretario de Bernardo Gastélum, secretario de Salubridad y de 1925 a 1929, profesor de literatura francesa en la Escuela de Altos Estudios de la UNAM.

Las novelas y relatos de Torres Bodet —siete volúmenes publicados entre 1927 y 1941— pertenecen a la época de interés por por los nuevos rumbos de la prosa francesa y española. Desde la perspectiva actual, son obras sobre todo representativas de la búsqueda de una nueva sensibilidad y un nuevo estilo novelesco que se realizaba por aquellos años.

Junto con otros intelectuales, formó el grupo “Los Contemporáneos”. En sus ensayos y estudios de crítica literaria —publicados inicialmente y en su mayoría en la revista que dio nombre al grupo, y reunidos luego algunos de ellos en un solo volumen (1928)— Torres Bodet unía un conocimiento pleno y siempre renovado de letras antiguas y modernas a un espíritu alerta y a un estilo dúctil y de transparente riqueza. Su crítica rectificó, en su tiempo, el valor de algunos falsos brillos y contribuyó singularmente a la formación literaria de las nuevas generaciones.

En sus escritos relacionados con sus cargos públicos (discursos, mensajes) se encuentran páginas admirables—como la oración a la madre, el discurso académico sobre la responsabilidad del escritor y el pronunciado en la inauguración del Museo Nacional de Antropología, se avocan a elucidar los problemas de la cultura, la educación y la concordia internacional de México y el mundo.

A partir de 1929, estuvo dedicado al servicio exterior mexicano. Ese año aprobó el examen de oposición para ingresar a la carrera diplomática. Estuvo designado como segundo secretario en Madrid hasta 1931; en París entre 1931 y 1934; ese mismo año como secretario en La Haya y en Buenos Aires; entre 1937 y 1938 fue jefe del Departamento Diplomático de la Cancillería. Fue encargado de Negocios en Bruselas, de 1938 a 1940, donde lo sorprende la invasión nazi a Bélgica. A su regreso a México, de 1940 a 1943 fue subsecretario de Relaciones Exteriores.

En diciembre de 1943 fue nombrado Secretario de Educación Pública por el presidente Manuel Ávila Camacho. Inmediatamente inauguró y clausuró el Congreso de Unificación Magisterial del que surgió el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Reorganizó y dio nuevo impulso a la Campaña de alfabetización (en ese entonces, 47.8% de la población mayor de seis años no sabía leer ni escribir). Creó el Instituto de Capacitación del Magisterio en el que se preparaba a los profesores de primaria no titulados;organizó la Comisión Revisora de Planes y Programas, inició la Biblioteca Enciclopédica Popular que publicó más de cien títulos y dirigió el valioso compendio México y la Cultura (1946). Fundó el Comité de Administración del Programa Federal de Construcciones Escolares (CAPFCE) y construyó numerosas escuelas, entre las que destacan la Escuela Normal para Maestros, la Escuela Normal Superior, y el Conservatorio Nacional de Música. Modificó el texto del artículo tercero constitucional, que suprimió el concepto “socialista” a la educación, establecido durante el gobierno de Cárdenas.

Fue secretario de Relaciones Exteriores de 1946 a 1948 durante el gobierno del Presidente Miguel Alemán.

Fue el primer Director General de la UNESCO, de 1948 a 1952 yde 1954 a 1958 Embajador de México en Francia.

Su trabajo a favor de la alfabetización ha sido reconocido mundialmente, además de haber implementado la política de relaciones exteriores de México e influido en la de Latinoamérica durante los inicios de la Guerra Fría.

En 1944 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Nuevo México; en 1947 por la Universidad del Sur de California (USC); en 1951 por la UNAM; en 1963 por la Universidad Autónoma de Sinaloa, y también por las universidades de Burdeos, Bruselas, La Habana, Lima, Lyon, Mérida y París

En 1952 Ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua comomiembro de número y tomó posesión de la silla XXI el 12 de junio de 1953.

El 6 de julio de 1953 ingreso como miembro de El Colegio Nacional.

Nuevamente fue Secretario de Educación Pública Durante el Gobierno del Presidente Adolfo López Mateos. Llevó a cabo el Plan de Once Años para la Extensión y el Mejoramiento de la Enseñanza Primaria para atender por completo la demanda real de educación primaria, que se propuso crear más de 50 mil nuevas plazas de profesor y construir cerca de 30 mil aulas. Fundó la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos y al entregar los primeros en 1960 mencionó:»Estos son un regalo del pueblo de México para el pueblo de México».

Promovió la construcción del Museo Nacional de Antropología y del Museo de Arte Moderno; la organización y adaptación de los de Arte Virreinal y de Pintura Colonial. Impulsó la construcción de la unidad profesional de Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional, inaugurada en 1964, hoy conocida como unidad profesional Adolfo López Mateos. En homenaje póstumo, el auditorio de dicho plantel lleva su nombre.

Volvió a ser embajador en Francia de 1970 a 1971.

En 1966 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Literatura y Lingüística de México. En 1971 recibió la Medalla Belisario Dominguez del Senado de la República y muchos otros honores de instituciones nacionales y extranjeras.

Padeció de cáncer durante 16 años. Víctima de dolor, se quitó la vida en la sala de su casa el 13 de mayo de 1974. Se le rindió un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes y se encuentra sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en la ciudad de México.

José Vasconcelos ante la tumba de Benito Juárez

“ANTE LA TUMBA DE BENITO JUÁREZ”

por José Ramón González Chávez

A la memoria del más ilustre de los mexicanos (21/03/1806 – 18/07/1872)

Traigo a la memoria un discurso que con motivo del 47 aniversario luctuoso de Benito Juárez pronunciara José Vasconcelos, uno de los hombres más preclaros que ha tenido México a lo largo de su historia cultural y política.

Al igual que Juárez, Vasconcelos nació en Oaxaca, en febrero de 1882 y murió en la ciudad de México el 30 de junio de 1959. Durante su existencia, se distinguió de tal forma dentro del mundo del pensamiento continental, que su figura ha quedado ubicada para siempre entre la más selecta pléyade de intelectuales hispanoamericanos. Su labor reformadora en el ámbito educativo ha sido considerada por muchos como una de las obras más importantes de la Revolución Mexicana.

Pero antes de incurrir en tan memorable pieza oratoria, ubiquémonos históricamente en el marco histórico en el que fue pronunciada:

1912.- En México, plena guerra civil. El gobierno maderista se encuentra tambaleante. Hay una lucha abierta por el poder entre las diversas facciones políticas, al igual que abierta es la intervención política norteamericana a través de Henry Lane Wilson, embajador de esa nación ante la Mexicana.

Hacía menos de cuatro meses de la sublevación de Orozco, representante militar del plan de Chihuahua. El punto de atención de la contienda bélica intestina se centra en el norte de la República, especialmente en las cercanías de la frontera entre Chihuahua y EE.UU. Francisco Villa y Victoriano Huerta pelean juntos, formando un mismo frente, aunque es evidente la existencia de delicados puntos de fricción.

En la Capital del país, como premio por las derrotas propinadas a las tropas orozquistas, el después traidor Victoriano Huerta es nombrado por el Presidente Francisco I. Madero general en jefe del Ejército Federal.

De otra parte y por la misma razón, los reaccionarios dirigen su mirada hacia Félix Díaz, quien se preparara a encabezar la rebelión en Veracruz, que se efectuaría unos meses más tarde.

En la Ciudad de México, la contienda política es candente.

Inicia el proceso de establecimiento de las directrices del movimiento revolucionario.

Un gran número de miembros de la clase burguesa comienza a emigrar hacia Europa y Estados Unidos.

La medrosa clase media mantiene su indefinición política.

Es en este contexto histórico que llega el 18 de julio de 1919. En el panteón de San Fernando, ante el mausoleo de Juárez, un joven liberal que recién ha cumplido los treinta años, tras un atril, frente a un nutrido grupo de personas, dirige estas palabras:

«SER LIBERAL ES ESTAR PRONTO A REFORMAR Y A REFORMARSE»

Hoy han nacido el recuerdo y la ofrenda del alma misma del pueblo, y todos hemos ido con emoción reavivada a la tumba por donde otros años pasamos agobiados por la culpa de una conducta complaciente, indigna de nuestro antepasado, los firmes ciudadanos cuyo lema confirmado por su conducta se expresó en la máxima valiente de Ocampo: «Me quiebro pero no me doblo».

El pueblo mexicano dolorido por la terrible lucha que apenas termina, se yergue sobre su dolor y redimido de toda ignominia celebra a su patricio magno con la frente ya altiva aunque sangrando, con el corazón firme no obstante la amargura y el luto, con la voluntad alerta después de la contienda y satisfecho porque ha sufrido males irreparables, pero no lleva en el espíritu la infamia de la sumisión.

Se acerca a la memoria del Benemérito, imaginando que quien tanto amó a su patria, aún vela sus destinos y las aspiraciones del alma popular, angustiosas y alegres como las voces del sacrificio fecundo, se vuelven al pasado con orgullo cantando la esperanza de una raza que ha sabido luchar por el bien y morir por la libertad.

Frente a los manes de los antepasados venerables corresponde hacer la estimación de nuestros progresos y el examen de nuestras faltas, por eso hoy que el pueblo, oprimido por el afán de renacer, vuelve a vosotros, padres de la Reforma, y os trae de nuevo su amor y gratitud.

Rotos los falsos ídolos, era preciso que os buscásemos a vosotros, los puros y abnegados: limpio abolengo que nos inyecta firmeza. El espíritu liberal que os animó resucita multiplicado: el ardor presente es el mismo que a vosotros os llevara al sacrificio y a la gloria…

Es liberal nuestra edad y nuestra generación pero también es preciso que ella sepa y lo sepamos nosotros mismos, que ser liberal no nos obliga a guardar respeto idolátrico por las fórmulas liberales o por los hombres que representan en nuestra historia el liberalismo, sino que al contrario, el liberal está siempre pronto a reformar y reformarse: porque es el progreso lo que constituye el liberalismo.

Nuestras instituciones liberales son intocables tan solo mientras no seamos capaces de producir algo mejor, pues no basta para resolver los problemas contemporáneos inspirarnos en el libro sagrado de nuestras leyes, sin tener presente las luces de nuestra edad y sus doctrinas fecundas.

Ninguna generación puede desprenderse de su derecho para hacer leyes, instituciones, moral, arte o genio, de acuerdo con su mayor saber, su mayor ambición o su mayor poder.

El alcance de las fuerzas humanas es ilimitado, porque cada generación tiende a hacerse autónoma, porque cada individuo está en lo justo si considera que su vida y su duda y su problema son únicos, y es él mismo, el obligado a aumentar esa vida y a resolver ese problema único.

Tal imperiosa resolución de desarrollar con independencia cada individuo, sociedad o generación, es lo que constituye el liberalismo. Cuidarte a ti mismo es su fórmula; deja que el destino realice entre todos sus milagros todas sus sorpresas; eres sustancia trabajada por las fuerzas divinas y aquel que se introduce entre el alma y su intuición, entre el hombre y su pensamiento, es sacrílego contra la obra misteriosa que se realiza instante tras instante por encima de los criterios humanos y del poder de las sociedades.

No digas buen apóstol «haz como yo» pero abre tu corazón, da tu experiencia, por si ella sirve para el caso semejante del hermano afligido, muestra el camino hallado, pero no lleves de la mano, educa al discípulo para que mire con sus ojos y camine con sus pies y encuentre su propia ruta. Hazlo andar, porque la libertad es únicamente un medio, indispensable sin duda, pero en sí estéril, un simple requisito para el desarrollo de la obra que es lo que importa verdaderamente es el individuo y en el pueblo.

No basta por eso que el pueblo grite por las calles el regocijo de su liberación, es preciso que dé valor a esa libertad, pues el hombre o la raza que no dan los frutos de su naturaleza, ni la merecen, ni la practican. La obligación de obrar es superior a la de ser libre, y debe ser nuestro estímulo constante.

Puede esta generación envanecerse con su herencia de Constitución y leyes que aseguran la independencia de las religiones y el Estado; mas solo merecerá apellidarse liberal, si en vez de hinchar su retórica en los comentarios y elogios del pasado, cumple los deberes del progreso del presente, subordina su legislación a lo vital y la transforma a igual paso que el progreso, pues no hay edad que no pueda y no deba hacer o reformar Constituciones, leyes o gobiernos, si con ello acelera la marcha demasiado lenta de la civilización.

Coloquémonos entre el pasado y el porvenir exigiendo, un alto, para nosotros, y así viviremos haciendo del pasado un inmenso pedestal y recibiendo en los oídos la música del porvenir pero con la cabeza y los brazos libres para labrar nuestra huella en los senderos del tiempo. He aquí por qué, generación, debes sentirte fuerte y autónoma, para que se realice tu quimera y llenes tu tiempo con los frutos de tu acción: para que tu esfuerzo se imponga al porvenir y te haga inmortal.

Fortificado con esta fe en la acción, vamos noble patricio a continuar las ceremonias en tu honor. Después de esta velada oficial, los liberales de hoy prenderán cerca de las tumbas del panteón histórico las luces que simbolizan el alma de los muertos. Serás ahí de nuevo recordado como en otros años con veneración siempre igual.

Permite que con los homenajes de ellos, los más afectuosos de cuantos recibas en este día, vaya también el centro de nuestro anhelo nuevo a buscar apoyo en ti, padre de firmezas y heroísmos. Permite que en tu tumba misma, entre las oraciones de tus fieles, encuentre confirmación y esperanza nuestro ideal de victoria.

Detenida en tu recuerdo medita esta noche la patria sus destinos. Llora el dolor de sus hijos huérfanos por la guerra civil; pero escucha el suave trinar de la resurrección prolongándose en la quietud hasta convertirse en canto triunfal de vida».

El Misterioso Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan y las Normas

EL MISTERIOSO PREMIO NOBEL DE LITERATURA A BOB DYLAN Y LAS NORMAS

QUÉ HAY DETRÁS?

Por José Ramón González Chávez

Publicado el 18 de octubre del 2016

Recientemente fuimos enterados por un escueto video y boletín de circulación global sobre la designación del músico Bob Dylan (Robert Allen Zimmerman) como ganador del premio Nobel de literatura de este año. La controversia que ha generado, mueve a reflexionar sobre las razones de esa elección y su congruencia con las normas que regulan la asignación de estos premios desde que se creó la Fundación Nobel hace 116 años.

Ante todo, se entiende que un premio de literatura debería otorgarse a un miembro del gremio, practicante de alguno o varios géneros literarios; y así había sido hasta ahora, entregándose por lo general a novelistas, poco a poetas, menos a cuentistas y ensayistas, pero nunca a un músico. Lo cual a primera vista pareciera incongruente, fuera de toda lógica, tanto más cuanto que Dylan –según las entrevistas que le han hecho y he tenido oportunidad de leer- nunca se ha reconocido a sí mismo como literato.

La elección de un nobel de literatura se realiza con base en la composición y el trabajo del galardonado, con estricto apego a normas de carácter tradicional (en los países anglosajones la costumbre es la fuente primordial del Derecho, a diferencia de los países de cultura jurídica romano germánica, donde la legislación es la más relevante) aún más antiguas que la propia Academia Sueca de la Lengua, Institución erigida por el Rey Gustavo III el 20 de marzo de 1786 bajo la divisa “Talento y Gusto”, compuesta de 18 miembros, nombrados de por vida por el Rey y que estando encargada de velar por la preservación de la lengua sueca (!!!) participa de forma sustancial en la determinación del elegido al Nobel de cada año.

El promedio de edad de los integrantes de la Academia de la Lengua Sueca es de más de 72 años, de 98 años del más anciano hasta 52 años de la más joven; de casi cuatro décadas de pertenecer a ella el más antiguo, a 5 años de haber ingresado el mas reciente. No obstante que ese promedio de edad es algo menor a los 75 años que tiene Dylan, dudo mucho que en su devenir como garantes de la pureza del idioma sueco los integrantes de esta Academia hayan tenido –al menos la mayoría de ellos- contacto con la obra letrística de Dylan (menos a su obra musical, el mismo Dylan  admitido desde siempre que no podía esperar que sus canciones las llegara ya no entender, a escuchar, alguien de 70 o 90 años) y que la mayoría de ellos llegara a considerar que dicha obra se apegara a los tan rigurosos y tradicionales parámetros de selección del ganador del premio.

Por otra parte, el trabajo de selección de los 5 finalistas de los que se escogerá al ganador, es realizado por los cinco miembros del Comité Nobel, también nombrado por el Rey, que duran en su encargo tres años.

Del mismo modo que en el caso de la Academia, resaltan las edades de los miembros del Comité, que en promedio anda en 63 años, la mitad de ellos rayando en los ochentas y de quienes al igual que aquellos, dudo que hayan tenido el menor interés de conocer, comprender y valorar en su caso el contenido literario de las canciones de Dylan

Habría que preguntárselos y también preguntarles qué motivo profundo e iluminado los llevó a tomar la determinación de darle al cantautor el premio nobel de literatura, aunque de antemano sabremos que no dirán nada, porque por norma – otro dato digno de considerar- tienen prohibido revelar durante 50 años información sobre las deliberaciones para la designación. Pero de entrada e independientemente del os argumentos que pudieran esgrimir, parece tan contradictorio como otorgarle un Grammy a Herman Hesse porque “le gustaba la música y lo que escribía se describe por el jurado como música para sus oídos”.

Como pensar factible que más de 600 instituciones de literatura postularan mayoritariamente como prospecto al Nobel a Bob Dylan antes que a otros artistas que han dedicado su vida a las letras?

¿Cómo fue que los miembros del jurado se soplaron toda la obra de Dylan y de los demás postulados por esos 700 invitados a proponer candidatos, y la mayoría de ellos voto por Dylan para recibir el Nobel de este año, tal como marca la normativa aplicable?

¿Qué hay detrás de todo esto que resulta ser toda una falacia, es decir una mentira disfrazada de verdad; una incoherencia arropada bajo el manto de la verdad de las normas y procedimientos de selección tanto del propio Comité Nobel y la Academia como de la monarquía sueca?

Una línea de investigación interesante es un hecho que hasta el momento se mantiene como un secreto a voces: Desde inicios de los 1990s un grupo de investigadores del Instituto Karolinska, equivalente de la academia sueca para otorgar el premio nobel de Medicina, ha venido usando títulos y fragmentos de letras de Bob Dylan en sus artículos, capítulos de libros y editoriales sobre biomedicina y se dice que existe una apuesta entre ellos para ver al momento en que se jubile el primero, quién logra recibir más comentarios a sus artículos, de todo lo cual hay nombres y evidencias tangibles. Incluso uno de ellos –Weitzberg- en una entrevista al diario británico The Guardian en 2014comentó que “Dylan debería de recibir el premio nobel de literatura”. De tal suerte, la extraña por inusual designación de Dylan acabaría circunscribiéndose al mero capricho de una confraternidad secreta de algunos miembros del jurado encargados de otorgar el nobel médico, lo cual me parece casi obsceno. Con ello no hacen más que reducir el premio nobel a un simple juguete de algunos de sus otorgantes, poniendo de manifiesto una farsa escudada en la norma, con lo que tirarían a la basura por un acto de populismo académico, el prestigio de un galardón construido por más de un siglo.

Por algo será que Bob Dylan no aparece y que el mismo comité Nobel ya se cansó de andarlo buscando. De cualquier forma no sería la primera vez que el modesto cantautor rechazaría asistir para recibir un reconocimiento del casi medio centenar que le han sido conferidos a lo largo de medio siglo de su carrera como músico, ni tampoco la única vez –ni la última por desgracia- que el Derecho o mejor dicho el marco normativo formal se utiliza de manera arbitraria por una camarilla para beneficio o divertimento propio, tal como ha sucedido en muchos de los momentos más oscuros de la historia humana.

Multimedia, Vida y Conocimiento. Reflexiones sobre el texto «Homo Videns» de Giovani Sartori

MULTIMEDIA, VIDA Y CONOCIMIENTO

Reflexiones sobre el libro “HOMO VIDENS, La Sociedad Teledirigida”

de Giovani Sartori.

Ed. Taurus, 2ª Ed. México 2001

Por José Ramón González Chávez

El Homo Sapiens, producto de la cultura del lenguaje –primero oral, luego escrito- se está transformando por la Televisión y la multimedia en un Homo Videns, que privilegia la imagen sobre la palabra. Sin duda, tecnología ligada al audiovisual, ocupa un lugar cada vez más preponderante en la vida de los individuos, a tal grado que está transformando las formas de pensamiento.

Ernst Cassirer (“Antropología Filosófica. Introducción a una Filosofía de la Cultura”, México, FCE, 5ª Ed. 1968, p. 27) define al Homo Sapiens como un “animal simbólico”. En efecto, la capacidad simbólica es lo que hasta ahora había hecho único al Ser Humano. En efecto, éste no vive en un universo puramente físico, sino de igual manera en un universo simbólico. Lengua, Mito, Arte, Religión (…) son los diversos hilos que componen el tejido simbólico. Cualquier progreso humano en el campo del pensamiento y de la experiencia refuerza este tejido.

La definición del hombre -por supuesto que me refiero a los dos componentes del género humano- como animal racional no ha perdido nada de su valor, pero es fácil observar que esta definición es solo parcial, porque al lado del lenguaje lógico o científico, esta el lenguaje simbólico, el de la imaginación poética; y es que al principio, el lenguaje no expresa pensamientos o ideas, sino sentimientos y afecto. Así pues, la expresión “animal symbolicum” comprende todas las formas de la vida cultural y en tal sentido, la capacidad simbólica de los seres humanos se despliega en el lenguaje-palabra; en la capacidad de comunicar mediante sonidos y signos “significantes”, es decir, provistos de significado; rasgo que lo distingue radicalmente de cualquier otro ser viviente.

Gracias al lenguaje, el ser humano es capaz de hablar de sí mismo, de reflexionar sobre lo que hace y dice. No solo el comunicar, sino también el pensar y el conocer que lo caracterizan como “animal simbólico” se construyen en el lenguaje y con el lenguaje, que se erige en instrumento no solo del comunicar, sino también del pensar. Y el pensar no necesita del uso de la vista; en tal sentido, las cosas en las que pensamos no son “visibles”.

Dentro de la perspectiva cultural, las civilizaciones se desarrollan mediante la palabra; es el tránsito de la comunicación oral a la escrita lo que desarrolla una civilización.

El Homo Sapiens multiplica su saber por la imprenta y con ello se vuelve Hombre de Gutemberg. La escritura, la imprenta, el telégrafo, el teléfono, la radio, atienden también a la naturaleza simbólica del hombre. Todos estos inventos difunden siempre cosas dichas con palabras. Pero la ruptura con este paradigma se produce al final de la segunda guerra mundial, con la llegada del televisor, aparato que, como su nombre lo indica, sirve para ver cosas que suceden a la distancia.

A diferencia de sus antecesores, privilegia el Ver sobre el Hablar y con ello, la palabra queda sometida a la imagen, con lo que la televisión como tecnología modifica radical y negativamente el aparato cognoscitivo del Homo Sapiens. La Televisión y ahora la multimedia modifican sustancialmente la relación entre entender y ver. El acto de Tele-Ver está cambiando la naturaleza del ser humano, de ahí que se le considere como un instrumento antropogenético, es decir, como un medio para crear un nuevo ser humano.

El Hombre video-in-formado, el telespectador –nótese la connotación pasiva del propio término spectare-, se ha convertido en alguien incapaz de comprender abstracciones, de entender conceptos; es más un animal vidente que un animal simbólico, para el cual las cosas representadas en imágenes cuentan más y pesan más que las cosas dichas con palabras. Pero la capacidad simbólica distancia al homo sapiens del animal, en tanto que el Ver lo lleva de regreso a su estado anterior, en una especie de paradigma paradójico vis a vis la denominada Revolución Multimedia, proceso complejo y amplio pero que sin embargo se caracteriza por un común denominador: Tele-Ver y Video-Vivir.

El mundo actual se apoya sobre los frágiles hombros del “Video-Niño” un flamante ejemplar de ser humano condicionado en el Tele-Ver, incluso antes de saber leer y escribir. En efecto, la televisión es la primera escuela del niño (como dice Sartori, la escuela divertida, que precede a la escuela aburrida), animal simbólico que no obstante, recibe su impronta educacional en imágenes de un mundo centrado en el hecho de ver. El problema es que el niño es una esponja que registra y absorbe indiscriminadamente todo lo que ve, ya que aún es incapaz de discriminar.

El niño formado en la imagen se reduce a ser un individuo que no lee y por tanto, en la mayoría de las veces es un ser reblandecido, atrofiado culturalmente por la televisión, adicto de por vida a los videojuegos, condenado a ser un adulto empobrecido, sordo también de por vida a los estímulos de la lectura, de la comunicación oral, en general, del saber transmitido por la cultura de la palabra.

Existe hoy más que nunca, una primacía de la imagen, una preponderancia de lo visible sobre lo inteligible, lo cual lleva a la mayor parte de la gente a ver sin entender. La “información” o mejor dicho el fenómeno “medio-mensaje-efecto” producido por los medios, en lugar de transformar la masa en energía, está creando cada vez más masa. La Televisión destruye más saber y más entendimiento que el que es capaz de transmitir. Esto adquiere una importancia capital si llevamos el fenómeno al plano político, donde la videopolítica, el poder político de la televisión en la formación de la “opinión pública” es cada vez más grande y evidente.

Lo que sucedió a principios del siglo XX con Western Union y Asociated Press en cuanto al monopolio de la información por telégrafo (uno enviándola y otro difundiéndola) pareciera repetirse ahora con La Televisión y las agencias de prensa multinacionales o entre Microsoft y las empresas de telecomunicaciones. Pero, mientras nos preocupamos de quién controla los medios de comunicación, no nos percatamos de que es el instrumento en sí mismo y por sí mismo lo que se nos ha escapado de las manos.

La televisión como medio de comunicación ha sido desbancada por la PC con Internet como soberana de la multimedialidad. La PC, instrumento por antonomasia de la tecnología multimedia, y ahora sus versiones móviles a través del Smart Phone, unifican no solo la palabra, el sonido y las imágenes, sino que además introducen en los “visibles” realidades simuladas, realidades “virtuales”.

La llamada “realidad virtual” es una irrealidad que se ha creado con la imagen y que es realidad solo en pantalla, ya que lo virtual, las simulaciones, amplían desmesuradamente las posibilidades de lo real, pero no son ni serán nunca realidades. Sin embargo, para el homo digitalis la digitalización es un instrumento formidable de descomposición – recomposición mediante el cual ya no existe una sola realidad que “se sostenga”. Para él cualquier conjunto de cosas puede ser manipulado y mezclado de miles de formas ad libitum, a su gusto o a gusto de la moda cognoscitiva.

Todo lo anterior nos lleva a reflexionar sobre el significado actual del término Progreso: etimológicamente, progresar es solo ir hacia delante, debiendo comportar un crecimiento. Pero no necesariamente un crecimiento tiene que ser positivo, también un tumor puede progresar y crecer. Sin embargo, desde la ilustración el término “progreso” se ha tomado como sinónimo de avance positivo, más aun en el caso de progresos tecnológicos como la Televisión o mejor dicho de un medio tecnológico que produce progreso. Si la televisión ahora integrada a la multimedia, está presente en cada vez más hogares, esto –tal como lo hemos podido constatar en más de medio siglo de su existencia- no ha significado un avance cualitativo de la humanidad, sino simplemente un aumento cuantitativo en la capacidad de penetración mediática y de manipulación de la “opinión pública”.

Al principio fue la palabra”, así dice el evangelio de Juan. Hoy se tendría que decir “Al principio fue la imagen”. El Homo Videns acaba por visualizar todo. Pero ¿qué pasa con lo no visualizable que es la mayor parte? El ser humano como animal simbólico vive en un contexto coordinado de valores, creencias, conceptos, y en definitiva de simbolizaciones que constituyen la cultura. En esta acepción genérica también el hombre primitivo o analfabeto poseen cultura. Pero cultura es además sinónimo de “saber”. En esta acepción restringida la cultura es “de los cultos” no de los ignorantes. Tomando ambos conceptos podemos afirmar entonces que la televisión provoca una “cultura de la incultura”. Los defensores de la TV se auto elogian afirmando que mientras que la cultura del libro es sólo para unos pocos, la cultura audiovisual es para la mayoría. Empero, si el costo político y social de esta cultura de todos es una subcultura que además es incultura (ignorancia cultural), entonces esta operación, lejos de ser un avance es una pérdida y al final de cuentas, un retroceso. ¿Queremos una cultura en la que nadie sepa nada? Bajo esta lógica si el maestro sabe más que el alumno entonces hay que matar al maestro y el que no piense así será un elitista y un antidemocrático, un reaccionario de la revolución multimedia.

La Televisión está en prácticamente cada casa, las PC’s, la Internet; los Smart Phones ya encuentran lugar en los electrodomésticos, todo esto es inevitable y hasta cierto punto útil, siempre que no desemboquemos en la vida inútil, en un modo de vivir que no consista solo en “matar el tiempo”.

Más aún desde el punto de vista cultural, la televisión y la multimedia ¿Podrían ser instrumentos que apoyen la comunicación del leguaje simbólico y del –Saber, la Scientia, no solo en su sentido material, como Episteme, sino también desde su perspectiva sustancial, como Arete? Los nuevos creadores de jeroglíficos en tanto que gráficos de Saber ¿podrían servirse de ellos para transmitir su mensaje mejor y de forma realmente global? Más aún, estas herramientas, dada su propia naturaleza y características en términos metafísicos ¿podrían provocar la creación de nuevos símbolos fundamentales, conducir a una nueva concepción de lo sagrado, un nuevo modo de acercar al ser humano con el principio universal?

La televisión y la multimedia pueden beneficiar o perjudicar, ayudar o hacer daño, mediatizar o hacer pensar. La importancia de la televisión y la multimedia como tecnologías no está a discusión, sino más bien sus metas y contenidos actuales. De ahí que debamos asumir una posición más responsable ante esta realidad hacia nosotros mismos, hacia nuestras, familias, hacia nuestra sociedad. No se trata de combatir a los medios de comunicación actuales, sino de transformarlos positivamente para hacerlos mejores y más provechosos.

Queden todas estas interrogantes a la reflexión individual…

Historia de la Muerte Temprana: Ensayo sobre un texto de Eduardo Galeano

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Historia de la Muerte Temprana” del Libro

LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA” de Eduardo Galeano

Ensayo elaborado por

Martha Eugenia González Molina y Jose Ramon Gonzalez Chavez

2 de mayo de 2011.

A principios del Siglo XIX Inglaterra vivía una época de esplendor. Varios factores habían influido para ello: el fin del Imperio Napoleónico; la “Independencia” de los imperios europeos de las colonias en América Latina, que fue si acaso, política, mas que económica, pues en el caso de los ingleses, éstos siguieron explotando los recursos de sus ex colonias, vendiéndoles productos ya sea elaborados a bajo costo por sus crecientes fábricas o bien los que introducían de contrabando y especulando con el dinero todo esto producía a través de sus bancos y por parte de los países “independientes” emitiendo normas monetarias, fiscales, laborales del sistema de justicia, manteniendo mano de obra barata, etc. y asumiendo culturas y actitudes que les facilitaban a los ingleses estos procesos, todo bajo la eterna bandera del “Libre Comercio”.

Así en América Latina la economía de procedencia europea crecía, mientras que la tradicional y poco tecnificada de las incipientes naciones seguía cayendo, hasta ir desapareciendo poco a poco, por la “falta de competitividad”.

El proteccionismo y el recelo ante las ideas de Adam Smith (Hamilton y Cairú, discípulos de Adam Smith, fueron de los grandes promotores del modelo en Brasil), constituían los grandes enemigos de esta antigua forma de globalización. Los gobernantes de los países independientes que se oponían a las reglas impuestas desde Europa duraban poco en el poder o en este mundo.

Pero no solo Inglaterra era el único imperio que promovía el modelo. Otras potencias como Francia y España desde luego que querían hacer e hicieron lo mismo en sus ex colonias, pero en su afán expansionista no tardaron en entrar en serios conflictos, que desembocaron al poco tiempo en guerras internas, entre países vecinos e invasiones.

En Paraguay, casi medio millón de personas abandonaron el país en un período de 20 años por condiciones de pobreza, cuando hacía 100 años era el país más avanzado de Latinoamérica. La principal causa de este cambio fue la guerra contra la triple alianza formada por Brasil, Argentina y Uruguay y aunque Inglaterra no participó directamente en ella, si fungió financiándola a través de su banca y sus empresas, que fueron las más beneficiadas de la destrucción de ese país, que era el único que se había salvado de ser destruido por el capital extranjero.

En los prolegómenos del siglo XIX, un francés, Gaspar Rodríguez, tuvo un papel protagónico en la promoción de la independencia de Paraguay, que hasta entonces era el único país de América latina sin mendigos, ni hambrientos, ni analfabetas, ni ladrones; contaba con un buen ejército, tenía una economía propia no necesitaba del capital extranjero para su desarrollo; sus excedentes se quedaban en el país, y a diferencia de otros países latinoamericanos para ver su futuro no tenían que voltear a Europa. Era un ejemplo que los terratenientes nacionales y extranjeros y los intereses principalmente ingleses veían como algo muy peligroso para las demás naciones vecinas, que lo veían hasta con envidia.

Pero Paraguay consideró necesario romper con el aislamiento y el encierro geográfico y evitar que Brasil y Argentina, como se deduce de la lectura del capítulo, aliados de los ingleses bloquearan sus mercancías. Al mismo tiempo, la corona británica apoyaba la guerra contra Paraguay. Comenzaron entonces las provocaciones, principalmente de su ministro Thornton emplazado en Argentina, hacia el presidente paraguayo Solano López y muy poco tiempo después la llamada “triple alianza” de Uruguay Brasil y Argentina apoyados abajo del agua por los ingleses, atacaron a Paraguay, repartiéndose vorazmente el botín. La guerra duró 5 años. Paraguay resistió y luchó el presidente que realmente era un líder de su pueblo, fue asesinado y Paraguay murió con él.

Antes de la guerra, Paraguay tenía casi la misma población que Argentina; después de la guerra solo sobrevivió la sexta parte. De ellos, los derrotados fueron sometidos, muchos de ellos incluso a esclavitud, mientras que los vencedores se repartían lo que quedaba en Paraguay: los que obtuvieron ganancias por el costo de la guerra quedaron a manos de los banqueros ingleses, agudizando su dependencia económica y lo comenzaron a llenar de deuda externa, drogas y mercancías inglesas mediante un tratado de libre comercio.

Si bien en el siglo XIX Inglaterra era la potencia más importante del mundo, en el siglo XX su lugar fue ocupado por Estados Unidos, que sabedor de la posición estratégica de Paraguay al centro de América del sur, repite el mismo procedimiento que los ingleses, pero ahora con nuevo métodos, ahora con asesores, militares, económicos, educativos, culturales y políticos, controlando la vida de los paraguayos en prácticamente todos los aspectos.

Por su parte, Brasil, socio incondicional de los ingleses, hace lo que le da la gana en Paraguay: construye, vende, toma decisiones como si el gobierno de ese país no existiera, todo lo cual es posible a causa de la corrupción tan grande tanto de los gobernantes impuestos como de la población; mientras, el fondo monetario internacional le aplica una pesada deuda externa, al mismo tiempo que le impone el modelo de libre mercado y la globalización, creador de necesidades de consumo al interior para mantenerlo; el campo ya no produce nada, la población se empobrece, la triple alianza triunfa.

En cuanto a las colonias españolas, en el momento de la Independencia estas se volvieron una especie de colonias inglesas. Se creaban sociedades anónimas inglesas que explotaban los recursos naturales; se estableció y expandió la industria ferrocarrilera inglesa en prácticamente todos los países de la región, que sirvió para extraer los recursos hacia las costas; se establecieron impuestos a la producción que hacían casi imposible poner a la venta productos de fabricación nacional; se produjo un empobrecimiento de las economías locales, obligando a emigrar a la población de sus lugares de origen; se creaban, instalaban y reproducían a un ritmo impresionante los bancos ingleses (en un solo año se fundaron en instalaron 48), que financiaban además a los gobiernos cuyos servicios públicos estaban en sus manos y adquirían su deuda en aras de mantener el modelo haciéndolas crecer de manera exagerada.

Todas estas circunstancias lejos de desaparecer no solo se han mantenido, sino que han ido creciendo al paso de los años. Cuando la industria ferroviaria inglesa estuvo en auge en todos los países latinoamericanos, los ingleses tuvieron miles de concesiones, y tierras y exenciones de impuestos; cuando cayó en desuso, fue generalizada también la compra de fierros viejos como si fueran sistemas ferroviarios nuevos, con dinero depositado y prestado de los mismos bancos que recibían las operaciones de compra venta.

Al mismo tiempo, Estados Unidos, ex colonia inglesa, estaba saliendo de su guerra civil aunque siguió arrastrando muchas de las consecuencias de su dependencia económica del imperio, principalmente en la industria del hierro y el carbón, la naviera y la textil, la exportación de materias primas, más controlada que en América latina y la importación de mercancías y productos elaborados, aunque de manera también mas moderada por que los ingleses permitieron dentro de sus trece colonias el establecimiento de industrias y tecnologías avanzadas y hasta cierto punto la generación de una economía y un sistema financiero propios, así como su propia visión del libre cambio no tanto de consumo interno como de exportación.

COMENTARIO PERSONAL:

Es verdaderamente deprimente y hasta desesperante, ver como las condiciones que había hace ya más de 200 años siguen existiendo en Latinoamérica, que no es casualidad que todas las guerras de independencia y sus consumaciones se hayan dado en la misma época, igual que otros procesos históricos que hemos vivido y seguimos viviendo. Y lo peor es que nada de esto se dijo ahora que según esto se festejaron los famosos “bicentenarios”.

También esto me hace pensar que el rollo de la “globalización” que ahora nos quieren vender y nuestros gobiernos y gobernantes compran como nuevo y benéfico no tiene nada de nuevo ni de benéfico y que solo es una forma para que los países ricos sigan explotando a los pobres.

Mucho de este texto me hace pensar en la situación que se está viviendo actualmente, por ejemplo, en los países de África del Norte y Medio Oriente (Libia, Marruecos, Siria, Egipto, Yemen, etc.) donde los medios nos quieren vender que de repente, como por magia, ahora todas las poblaciones de todos esos países –curiosamente apoyados indirecta y calladamente por los mismos países de hace 200 años, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, ahora organizados en la OTAN- se levantan contra sus gobiernos y gobernantes, deseando unánimemente importar la democracia y la globalización a su manera.

Finalmente, si solo cambiáramos el nombre de Paraguay por el de México, lo que describe el autor de la historia y la realidad de ese país podría ser la misma acerca de la actualidad que vivimos en México y esto es muy triste porque alguna ves llegamos a ser de los países más importantes de Latinoamérica, si no el más importante, y ahora solo es un país mas, esclavo de EUA.